Inga Sempé se describe a sí misma como una creadora “intuitiva”, y confiesa que el punto de partida común a todos sus proyectos no es otro que el gesto del lápiz sobre el papel que comienza a darles forma. Claro que lleva más de dos décadas diseñando mobiliario y objetos domésticos para Cappellini, Ligne Roset, Alessi, Wästberg o Hay, “y la experiencia ayuda mucho en todas las fases del proceso”.
Charlamos con ella de su particular –y muy coherente– visión del oficio, de glamur, de trabajar para compañías pequeñas y, por supuesto, de sus novedades.
Eres una francotiradora del diseño, siempre al margen del ‘zeitgeist’ (espíritu de nuestros tiempos) y de las tendencias…
Bueno… si te pliegas a trabajar dentro de los límites de lo que ves a tu alrededor, tu trabajo está destinado a pasar de moda rápida e irremediablemente; y yo aspiro a crear muebles y objetos que pervivan.
Yo aspiro a crear muebles y objetos que previvan
- Inga Sempé, diseñadora
Tu capacidad de observación es célebre, proverbial. ¿En qué te fijas?
En lo que veo en la calle, o en casas de amigos, y también en comercios, digamos, básicos. Simplemente me fijo en los objetos que nos rodean y trato de mejorar aquellos que ya existen y, por supuesto, de proponer otros que no encuentro.
Objetos ‘no glamurosos’, según tu propia definición.
Siempre me ha sorprendido que mucha gente considere glamuroso un sofá y no un martillo. Y la única razón que encuentro para explicarme esa diferencia es que el sofá saldrá en la prensa mientras que el martillo no. Pero, ¿es eso glamur? Para mí, desde luego no. Colaborar con una editora como la finlandesa Iitala, con su historia, su rigor y su know-how, eso sí que es, desde el punto de vista del puro diseño, glamur. A mí el show no me interesa.
Prefieres centrarte en proyectar objetos cotidianos, fieles compañeros del día a día.
Diseño cuberterías, vajillas o cacerolas, y me encantaría diseñar todo tipo de objetos no glamurosos, siempre que ello me permita aprender junto a personas cuyo objetivo es producir objetos de calidad.
Por eso prefieres colaborar con compañías como Iitala, Hay o Foglia.
Desde un punto de vista práctico, es mucho más fácil trabajar con empresas pequeñas o medianas, ya que tus interlocutores son gente que no sólo siente una gran pasión por su trabajo sino un fuerte apego a la empresa, algo siempre enriquecedor. Y en cuanto a las novedades para ellas, Filigraani es una familia muy amplia que incluye piezas esculturales de cristal soplado inspiradas por la técnica tradicional del vidrio artístico de filigrana y textiles domésticos con interesantes motivos y texturas, mientras que la nueva Moustache se convierte en portátil para salir fuera de casa, y los taburetes de Foglia –diseñados originalmente para Articles, una pequeña compañía sueca que no sobrevivió a la pandemia– tratan de, escapando a la tipología clásica, ser muy refinados, casi gráfico.