A Michael Anastassiades (Chipre, 1968) no le hace falta abrir la boca para expresarse: le bastan su elocuente mirada y una obra tan profunda y lúcida como ella. Ahora, cuando habla, es un auténtico placer escucharle. La larguísima entrevista condensada en estas páginas se realizó en dos partes –a lo largo de una memorable mañana de paseo y visitas por Madrid y en una conversación telemática posterior–, ambas con idéntica intención: no sólo prestar atención a sus palabras sino, en la medida de lo posible, procurar entrar en su mente.
DISEÑO PARA LA RELFEXIÓN
Enfocas la creatividad siempre desde una perspectiva reflexiva que aúna el análisis material, simbólico, histórico y propositivo. ¿Cómo entiendes personalmente el concepto ‘diseño’?
Durante años lo consideré más una vía de escape a la ingeniería, mi primera carrera, que una elección racional planificada y asumida. Ahora, con la perspectiva del tiempo a mi favor, puedo decir que, aunque entonces me encontrara con él casi por casualidad, fue, sin duda, la mejor de las puertas por las que podría haber accedido al mundo de la creatividad. Cuando salí del Royal College of Art quería, por una parte, distanciarme lo máximo posible de todo lo que significara una obligatoria funcionalidad y, por otra, redefinir mi visión del diseño industrial y aprender su lenguaje de forma totalmente libre. Dos años de estudios de la materia no me habían señalado una dirección concreta, así que durante mucho tiempo entendí el diseño como investigación y me decanté por una creatividad experimental, piezas interactivas ideadas para plantear preguntas. Y, después de tantos años, mi visión sigue siendo la misma: más que contestar preguntas, mi práctica trata de abrir cuestiones y reflexionar entorno a ellas.
La decisión de fundar tu propia compañía emana de esa concepción personal, ¿verdad?
Bueno, no tuve otra opción. Con ella intenté romper un círculo cerrado. El de la industria. Había llamado a algunas puertas y ninguna se me abría, así que –con tanta valentía como ingenuidad, debo decir– decidí emprender por mi cuenta en 2007. Penetrar un ámbito tan cerrado como el de la iluminación fue muy complicado, pero, cuando uno está convencido de que podrá hacerlo y presenta ideas distintas a lo que se está haciendo, es posible conseguirlo.
MARCA PERSONAL Y UN LARGO CAMINO JUNTO A FLOS
¿Por qué precisamente la iluminación?
Porque me resultaba un área mucho más asumible que el amplísimo espectro del mobiliario. Además, a algunos arquitectos y diseñadores a los que había conocido les gustaban mis ideas. Los primeros tres o cuatro años fueron años de trabajo duro, y el gran empujón llegó en 2011, cuando decidí presentar la marca en Euroluce, dentro del Salone del Mobile de Milán. Que me dieran un estand en un entorno tan competitivo fue ya un éxito, pero, además, conocí a Piero Gandini [antiguo CEO de Flos] y nos embarcamos juntos en un viaje definitivo.
YO TRATO DE CREAR POCOS PRODUCTOS, QUE CUENTEN ALGO DIFERENTE Y PROPONGAN MEJORAS RESPECTO A LO QUE YA EXISTE. ÉSA ES MI FILOSOFÍA
Siempre me he preguntado cómo eliges qué productos llevarán la etiqueta de tu propia marca y cuáles la de Flos…
A mí me interesa mucho la historia: cuanto más la conocemos, más capaces somos de encontrar una perspectiva distinta para proponer una visión interesante, relevante. Conocer bien su pasado ayuda, cuando uno colabora con una marca, a poder proponerle algo diferente pero alineado con sus valores de marca, su personalidad y sus expectativas. Mucha gente me ha hecho esta pregunta, y la verdad es que es una cuestión mucho más natural de lo que pueda parecer. En su momento yo le di a Flos parte de mi imagen como diseñador y Flos me dio a mí la libertad que necesitaba para seguir creciendo como tal. Y, hoy, cuando diseño una nueva luminaria, sé inmediatamente si será para mi marca o para Flos, lo que permite que ambas empresas sigan adelante apoyándose mutuamente.
La nómina de las editoras con las que has colaborado es ciertamente impresionante: Cassina, Herman Miller, B&B Italia, Molteni&C, Gebrüder Thonet, Svenskt Tenn, Bang&Olufsen…
No puedo decirte otra cosa que me siento muy afortunado de tener tantas oportunidades para probar mis ideas en muy diversos campos del diseño y de la mano de grandes editoras. Jamás hubiera podido imaginarme en una posición mejor. Llegar a una etapa de madurez creativa en mis circunstancias es muy gratificante: no sólo sabes cuándo decir ‘no’, sino que puedes permitírtelo. Y eso es absolutamente fundamental. Yo trato de crear pocos productos, que cuenten algo diferente y propongan mejoras respecto a lo que ya existe.
¿Y qué te impulsa al encarar un nuevo proyecto?
Mi propósito al diseñar no es, ni mucho menos, llamar la atención del público; tampoco lo hago como reacción a nada: ni a las tendencias, ni a la industria… Diseñar es, para mí, mi forma de expresar una visión personal íntima.
“MI PROPÓSITO AL DISEÑAR NO ES LLAMAR LA ATENCIÓN, ES MI FORMA DE EXPRESAR UNA VISIÓN PERSONAL ÍNTIMA”
NUEVOS HORIZONTES
¿En qué estás trabajando ahora?
En un montón de ideas nuevas que estamos desarrollando con algunas de las compañías con las que colaboro estrechamente, muchas de las cuales se presentarán en el próximo iSaloni. Y también en un lanzamiento junto a una marca para la que nunca había trabajado, que se presentará en abril de 2024. Y, en paralelo, siempre estoy dándole vueltas a objetos que un día quizá producirá mi propia marca. Además, en un plazo más largo tengo en perspectiva un par de exposiciones, y eso me permite reflexionar sobre mi trabajo, pasado y futuro.