Aunque no es la primera vez que desarrolla un proyecto internacional, el arquitecto de interiores, Raúl Martins, reconoce que hacerlo “fuera de la zona de confort, siempre es un reto”. A su favor, en este caso, cabe destacar que ya conocía a los propietarios de otra vivienda que les había hecho, cuando vivían, precisamente, en esta misma ciudad, Bruselas. Actualmente, este matrimonio sin hijos regresa de forma esporádica a la capital belga, por ello, el año pasado adquirieron esta casa para convertirla en un pied-à-terre y no dudaron en contactar de nuevo con él.

Pero el reto en este proyecto era doble, dada la historia del edificio, de finales del XVIII. “Un desafío motivador que implicaba conservar parte de los elementos originales, como puertas y molduras”, explica.