Entre encinas, horizontes abiertos y silencios que te hacen sentir como en casa, La Dehesa de Don Pedro se convierte en un lugar donde la belleza no es solo estética, sino vital. Esta antigua finca ganadera del siglo XIX, rehabilitada con mimo y sensibilidad, ha sido transformada en un hotel boutiquedonde cada habitación cuenta una historia, cada detalle tiene intención y cada rincón está pensado para hacerte sentir que eres muy -muy- bien recibido.
Diseñado por el estudio sevillano Las 2 Mercedes e impulsado por la visión y el legado familiar de Pedro Valenzuela, este proyecto tan especial fusiona arquitectura tradicional, interiorismo contemporáneo y una hospitalidad fuera de lo común. Y es que no es solo un sitio al que ir para dormir bien: es un lugar al que se llega y, en cierto modo, se pertenece desde el primer momento.

Foto: Las 2 Mercedes
Una historia familiar enraizada en la tierra
Es difícil cruzar la puerta de la entrada y no sentir que el origen de La Dehesa de Don Pedro tiene alma. Una finca de más de 550 hectáreas que pertenecía a la familia Valenzuela desde generaciones atrás. Fue el padre, Pedro Valenzuela Godoy, quien recibió la herencia de su madre y, con visión y esfuerzo, fue adquiriendo fincas colindantes hasta formar un gran paisaje de encinas, caminos de tierra y pastos.
“Este proyecto siempre estuvo en la mente de nuestro padre, quien, después de muchos esfuerzos ha convertido este sueño en realidad” aSEGURAN LOS Porpietarios, hijos de Don PEDRO.
En 2018 comienza la restauración de un antiguo cortijo que, durante años, había permanecido en ruinas. Tres años de obra después, allá por julio de 2022, abre sus puertas como hotel boutique. La idea la tuvieron clara desde el principio: conservar la memoria del lugar, respetar todos los elementos originales posibles y convertir este espacio rural en una casa de campo abierta al mundo, pero sin perder su carácter íntimo y auténtico.

Foto: Las 2 Mercedes
El interiorismo: sensibilidad, carácter y un encanto que no abruma
El diseño interior de La Dehesa de Don Pedro lleva la firma de Las 2 Mercedes, el tándem creativo formado por Mercedes Valdenebro y Mercedes Peralta. Su intervención no solo transforma el espacio, sino que lo dota de una atmósfera de serenidad, elegancia y profundamente cálida. Sin ostentación o artificios, cada habitación del hotel tiene personalidad propia, pero todas comparten un lenguaje común a base de materiales nobles, texturas agradables, gustosas, y tonos neutros que dialogan con el paisaje que rodea al edificio.
“Nuestro objetivo es que cada huésped se sienta en plena conexión con la naturaleza, como en su propia casa de campo”

Foto: Las 2 Mercedes
Un ambiente envolvente, equilibrado y lleno de intención, con la ayuda de linos, esparto, maderas lavadas, piezas artesanales y una perfecta combinación de tonos neutros y algunos toques de color, como unas maravillosas mantas de Ezcaray descansando sobre sus camas.

Foto: Las 2 Mercedes
Algunos rincones conservan huellas del pasado que ahora se integran con naturalidad en el nuevo relato del hotel, como una de las habitaciones de su planta baja donde el baño está ubicado dentro de un antiguo horno de leña; también la sauna que está justo alado, que en su pasado fue otra estructura de fuego con una ventana que abre la mirada al jardín como si se tratara de una pintura enmarcada por la naturaleza.

Foto: Las 2 Mercedes
Las zonas comunes, como el salón principal -el antiguo pajar del cortijo-, los pequeños salones contiguos -llenos de tonos tierra, mobiliario antiguo, sillas de mimbre y flores-, el patio interior o la terraza junto al restaurante, están diseñados para invitar a la calma. Aquí se respira armonía y nada molesta, todo acompaña.

Foto: Las 2 Mercedes
Jardines, paisajismo y la belleza de lo esencial
El edificio entra en continua conversación con su entorno, el cual se completa gracias al trabajo del estudio de paisajismo de Rocío Sainz de Rozas, quien ha diseñado unos jardines que prolongan la calma del interior hacia el exterior. Rosales, jazmines, cipreses y especies autóctonas configuran su paisaje de una forma muy viva y sutil que va cambiando con las estaciones sin perder su identidad. No importa desde qué rincón del hotel te asomes por la ventana -incluidas todas las habitaciones- y es que siempre podrás ver el verde intenso de la dehesa. Ya sea al amanecer, cuando la luz empieza a filtrarse entre las ramas, o al atardecer, cuando todo se tiñe de cobre.

Foto: Las 2 Mercedes
Gastronomía de kilómetro cero y un sabor familiar
Un hotel así no podía dejar atrás la importancia de una buena propuesta gastronómica, por eso Las Mesas, su restaurante, nace de las recetas familiares reinterpretadas con una mirada actual. Su sabor es de kilómetro cero, cargado de proveedores locales y con una carta que evoluciona con la temporada y el ritmo de la tierra. Todo ello en un espacio cuidado, luminoso y cálido, con vistas al jardín, donde también encontramos una terraza pensada para disfrutar sin prisa. Cada plato nos cuenta una historia, no solo por el sabor, sino por la intención de rendir homenaje a la cocina de siempre, a la memoria de Carmen, madre de la familia, y a la riqueza del entorno natural.

Foto: Las 2 Mercedes
Actividades que conectan con el entorno y su gente
Durante la estancia, hay mucho más que disfrutar que el propio hotel. La finca se recorre a pie o en buggy, y permite descubrir rincones de gran belleza y fauna local. Uno de los planes más especiales es el avistamiento de estrellas, una actividad que realizan junto al proyecto Carta Estelar Tentudía, dirigido por el arquitecto Víctor M. Guareño. La calidad del cielo nocturno en esta zona —libre de contaminación lumínica— permite una experiencia astronómica contada por Víctor y su mujer difícil de olvidar.

Foto: La Dehesa de Don Pedro
La implicación del hotel con el territorio también se refleja en las colaboraciones con empresas locales. Una visita al cercano pueblo de Llerena es más que recomendable: arquitectura mudéjar, patrimonio histórico y una vida tranquila que merece ser descubierta. Para reponer fuerzas, una parada obligatoria en Chocolate Moro, un pequeño negocio que elabora chocolate en distintos formatos (¡sus higos bañados en chocolate son adictivos!) de forma totalmente artesanal, sin procesos químicos y manteniendo las técnicas aprendidas en Centroamérica.

Foto: Dehesa de Don Pedro
El arte de recibir
Hay lugares que deslumbran. Y otros, como La Dehesa de Don Pedro, que abrazan. El equipo -liderado por Cristina Valenzuela y Pedro Alberola- no solo cuida de cada huésped con profesionalidad, sino con esa calidez que hace que quieras volver. Visitar el hotel no es solo alojarse en un espacio bonito, sino habitar un lugar donde la historia, la estética y la naturaleza se entrelazan con autenticidad. Donde cada detalle ha sido pensado, pero nada resulta forzado. Donde se cuida tanto el alma del proyecto como el de quienes lo visitan.