Un antiguo pajar para el ganado –sin un camino de acceso y ubicado en el Valle del Tiétar (Ávila)– fue la fortaleza elegida por la familia propietaria de esta finca, que, enamorada del paisaje, decidió hacerla suya para estar en contacto cercano con el campo durante sus vacaciones. “El antiguo pajar estaba prácticamente en ruinas, y lo reconstruimos por completo, manteniendo su espíritu original, y rehaciendo el interior para convertirlo en la casa de vacaciones de la familia”, cuenta Inés Benavides, diseñadora de interiores y autora, junto al arquitecto Jaime Benavides de este precioso proyecto.

“ÉSTE ES UN ANTIGUO PAJAR PARA EL GANADO, QUE ESTABA PRÁCTICAMENTE EN RUINAS: SE RECONSTRUYÓ POR COMPLETO MANTENIENDO SU ESPÍRITU ORIGINAL, Y SE REHIZO EL INTERIOR PARA CONVERTIRLO EN UNA CASA DE VACACIONES FAMILIAR”

El exterior

Por fuera se quería preservar la estética del pajar y, por ello, se redujo la altura del tejado a su nivel original, pero, al mismo tiempo, había que ganar metros para lograr sacar una mezanine (piso entre el primero y la planta baja de un edificio) que permitiera ganar un dormitorio: para lograrlo hubo que bajar el nivel del suelo.

Por otra parte, el porche (en el Valle del Tiétar se llama portalera) era enorme y tenía forma de L: “Así que lo redujimos a un único lado”, asegura la interiorista. Aquí, se diseñó una zona chill out con una mesa enorme (más de 5 metros), hecha de tableros de andamios. Ahí se reúnen amigos y familia, se organizan comidas y funciona como zona de sombra para la piscina.

El interior

salón casa Ine´sBenavides

Salón de la vivienda diseñada por la arquitecta y diseñadora de interiores Inés Benavides.

Foto: Foto: Fhe.es Realización: Paloma Pacheco Turnes Arquitectura: Jaime Benavides Interiorismo: Inés Benavides

El interior, por el contrario, debía sorprender con los suelos, el techo dorado, las figuras en forma de corazón de las cerchas… “También fue importante el uso de tablero de encofrar para panelar los poyetes y algunas paredes”, comenta Benavides. Y añade: “Lo más interesante fue mantener el espíritu rústico de la construcción, adaptándolo a la forma de vida de una familia con niños. Había que conseguir que la casa no desentonara nada con el entorno; aunque el mayor reto fue conseguir que fuese totalmente autónoma en cuanto a energía. El 100 % de la energía es solar, se calienta con una estufa que quema la leña sobrante de las podas de los árboles”.

En cuanto al interiorismo, en el que se han usado muchos materiales reciclados, se ha mantenido el estilo rústico original tanto en la arquitectura como en la decoración. También, al ser en origen un pajar para el ganado, la casa resultaba pequeña, así que se aprovecharon todos los huecos. Por ejemplo, el dormitorio principal está en una mezanine. Hoy es un hogar que disfruta de la naturaleza, en el que pasar bellos momentos de asueto con la familia.

“La casa debía mantener la estética de pajar, aunque actualizado y convertido en un hogar. También debía ser autosostenible y de fácil mantenimiento, y eso se ha logrado”, Inés Benavides, diseñadora de interiores