Como dicen los magos… nada por aquí, nada por allá. Y esto es lo que más o menos sucede en casa de la periodista y escritora Sonsoles Ónega, donde no hay ni rastro de cortinas en los amplios ventanales de su salón. No, no es un truco de magia para esconderlas, sino más bien un truco de interiorismo para hacer que la luz entre en su hogar y haga de las suyas, dando vida a estancias más amplias, diáfanas, serenas y, cómo no, luminosas. 

Menos es más, al menos en lo que a cortinas se refiere. Eso es lo que ha podido pensar la comunicadora a la que cada tarde vemos en su magazine televisivo y que, en su parcela más íntima (su hogar en Madrid), ha prescindido del que es el complemento textil por antonomasia en los hogares: las cortinas. No es que haya cometido el error de olvidarse, sino que lo ha hecho a propósito buscando lo que ya hemos adelantado: que la luz natural entre y se convierta en la protagonista del interior de la casa. 

¿Qué consigue Sonsoles Ónega sin las cortinas?

La casa de Sonsoles Ónega nos da una lección de estética que igual desconocías: no es obligatorio que las grandes ventanas de una casa tengan que estar acompañadas de cortinas. Ni de cortinas, ni de estores, ni de persianas, ni de paneles japoneses y, por supuesto, nada de visillos. Un atrevimiento que trae su parte buena en forma de amplias dosis de luz que se cuela sin impedimentos en el interior. Un interior que vive de cara al exterior, haciendo que este (sobre todo si es un jardín como en casa de la periodista) se integre como un elemento decorativo más de puertas para adentro. 

El exterior que entra en el interior

El exterior que entra en el interior

Foto: @sonsolesonega

Sin textiles ni tejidos en las ventanas, no solo la casa se vuelve más luminosa y por ende, más amplia visualmente; sino que la decoración se torna más natural, pura y más sencilla. El resultado, además de unas ventanas que no están sobrecargadas, es un ambiente sereno y en calma, como vemos en las estancias de la casa de la periodista, donde no se echa en falta que haya cortinas. 

Pero la idea que ha tenido Sonsoles Ónega de no poner cortinas no es nada nuevo en diseño interior. Desde hace años, las casas más elegantes, sutiles y chic se “olvidan” intencionadamente de estos tejidos en busca de mayor personalidad y claridad para rincones apagados y sombríos. Es más, en los hogares con una clara inspiración nórdica, la luz natural que entra por la ventana desnuda consigue la ansiada calidez que se busca en los hogares de países escandinavos. 

Ni una sola cortina

Ni una sola cortina

Foto: @sonsolesonega

¿Cortinas sí o cortinas no?

Te gusta el efecto que la ausencia de cortinas ofrece en la vivienda de la periodista madrileña, pero no te convence del todo este “atrevimiento” en las ventanas y eres más de seguir los patrones convencionales. No es para menos teniendo en cuenta el papel clave que traen consigo estas piezas textiles: son capaces de cambiar por completo el estilo y la funcionalidad de una estancia, añaden teatralidad a un escenario, son las encargadas de tapizar el paso de la luz, ofrecen protección acústica y térmica, dan calidez a un espacio más frío… La lista no termina.

Estancia envuelta en naturaleza cálida

Estancia envuelta en naturaleza cálida

Foto: Foto: Montse Garriga. Estilismo: Beatriz Aparicio

Y si te lo preguntas: no, no son cosa del pasado; las cortinas también respiran vanguardia en forma de nuevas tendencias. Esas que hacen que este tejido actúe en muchas ocasiones como hilo conductor en la estética de una estancia gracias a las nuevas modas donde triunfan los colores más otoñales que se abren paso entre los tonos pastel, los tejidos más acogedores como el terciopelo, las texturas como el tweed o el bouclé, así como los estampados más llamativos.