“Lo compré porque es un piso con muchísima personalidad– las columnas de la entrada le dan mucho carácter– y, al mismo tiempo, tiene elementos tradicionales de la arquitectura barcelonesa que me encantan, como el techo de bóveda catalana. Además, es muy luminoso, con luz natural en todas las estancias y con vista despejada, características que son difíciles de encontrar en Barcelona”, asegura su propietario.
Sin embargo, era muy consciente de que requeriría una rehabilitación total para adaptarlo a sus gustos y un trabajo de interiorismo detallado. Para ello se puso en manos del estudio Brákara: “Inspirados en la riqueza histórica de la finca y su ubicación (el Eixample), nos dimos a la tarea de darle un nuevo aire a este edificio del centro de la capital catalana, que fue construido en 1936 y que durante los últimos 85 años ya había sido reformado en dos ocasiones”, comentan.
Y es que contaba con habitaciones reducidas y muchos ángulos, todas un poco oscuras y tristes. De allí el interés del estudio de arquitectura e interiorismo en agregarle cierto dinamismo y transportar el espíritu cosmopolita de la urbe a la intimidad de un hogar, sin que esto impidiera que la propiedad fuera un refugio dentro de la ciudad.
“Partimos de un concepto muy contemporáneo de influencia neoyorquina con líneas industriales perfectamente compatibles con la estética original de la vivienda, pero que le imprimen contraste y un nuevo aire de espacio dimensional. Abrimos el recibidor del piso buscando un acceso directo a las zonas sociales y, a su vez, proyectamos (escondimos), en la zona central, el baño de cortesía, lavandería, los armarios de servicio y la habitación principal con el fin de darle mucha más intimidad y privacidad a esa estancia de la vivienda”.
Este proyecto se trabajó en una doble línea: darle un punto industrial y no olvidar los elementos clásicos que tiene el piso, potenciándolos
Equipo de Brákara, estudio de arquitectura e interiorismo
El área central, tapizada en madera color negro con puertas invisibles, separa de forma perfecta la zona de día con la de noche, para lograr esa sensación de loft neoyorquino, sin serlo en realidad, en la zona social”, aseguran desde Brákara.
Para completarlo, optaron por una decoración adaptada a toda la arquitectura aplicada en la rehabilitación del interior del piso. Así, los detalles de cada estancia confirman el punto cálido y glamuroso que se le pretendía dar a cada espacio: “La sumatoria de una cantidad precisa de materiales más una unidad cromática hacen de esta vivienda una hoja en blanco, lista para recibir vivencias y memorias”, concluyen desde el estudio de arquitectura e interiorismo.