Llama especialmente la atención la sofisticación contemporánea de esta casa, Son Llaneres, teniendo en cuenta su enclave rústico, en el corazón de Mallorca. Armonizar dicho diseño con las estrictas restricciones estéticas del entorno, fue un auténtico desafío para el despacho de Jaime Salvá Arquitectura & Interiorismo. El resultado es una casa de vacaciones concebida como un refugio para la conexión con la naturaleza y que disfrutan una familia española residente en el extranjero.
A efectos arquitectónicos se presenta como un juego volumétrico, conseguido mediante la combinación de cubiertas inclinadas, que jerarquiza los espacios, permitiendo diferenciar las cuatro zonas exteriores gracias a su distribución en forma de cruz.
El entorno campestre se mimetiza con los materiales elegidos
La casa, de unos 240 metros cuadrados, está situada sobre una parcela de 1.125 de topografía plana, y ofrece un diseño donde predomina el uso de materiales típicos de la arquitectura mediterránea. En el exterior, la fachada se presenta revestida de piedra seca de Santanyí, combinada con revestimiento de estuco en tonos ocre.
Tanto en el interior como en el exterior, se ha elegido la piedra natural gris zarci para el pavimento, y debido a las restricciones del suelo rústico, se ha utilizado una cubierta inclinada de teja árabe.
A partir de la distribución en forma de cruz, una de las zonas se destina a los accesos, otra a la habitación máster, otra a la zona de invitados y, por último, la planta baja, con el salón, comedor y cocina que se disponen en forma de L, abriéndose hacia el porche y la piscina. En la planta superior, se ubican dos dormitorios y un baño adicional, completando así la distribución funcional de la vivienda.
Interiores con un estilo rústico contemporáneo
El mobiliario del proyecto principalmente está compuesto por maderas naturales y tonos claros, cuidadosamente seleccionado por el cliente para reflejar su estilo y preferencias personales. Salta a la vista las connotaciones relajantes del ambiente, teniendo en cuenta que la casa se concibe como un refugio.
Los techos se han adornado con vigas en blanco y madera, un detalle que proporciona un toque distinguido a la casa, a la vez que potencia la sensación de amplitud, gracias a su altura.
Por su parte, el estudio lumínico juega un papel clave en este proyecto, con luces de pared que emulan los materiales tradicionales de la isla y otras más decorativas que combinan alabastro natural, paja y hierro forjado para lograr una decoración e iluminación con un toque rústico pero contemporáneo a la vez, en armonía con el estilo deseado para la casa.
Los baños presumen de vistas al entorno natural como si de un cuadro se tratara, pero se ha elegido la grifería en color negro para añadir un toque de sofisticación, sin perder el hilo conductor con otros elementos de forja presentes en la casa.