Esta vivienda no empezó con buen pie y la interiorista y, por supuesto, la propietaria, tuvieron que hacer frente a algunas dificultades en la fase de ejecución derivadas del mal trabajo de algunos contratistas, pero, afortunadamente, "lo superamos todo y, al final, conseguimos el resultado que buscábamos... e incluso, mejor", explica Katerina Subbotina, la autora del proyecto.
Lo cierto es que el apartamento, cuando se adquirió, estaba sin terminar, con un desarrollo muy básico y algunas estancias mal planteadas. Subbotina no quería decepcionar a la propietaria con el potencial de su nuevo hogar, ya que era la tercera diseñadora que consultaba.
La clave para la acertada distribución
Resultó clave que la interiorista, mientras trabajaba la distribución de la vivienda, pudo estudiar el estilo de vida de la propietaria, viviendo al mismo tiempo que ella los diferentes escenarios que protagonizan su día a día. Tanto es así, que cuando le presentó sus soluciones particulares, fueron aceptadas casi inmediatamente.
Entre las características de su intervención, ella misma remarca que consiguió una acertada distribución y una arquitectura interior donde el espacio parece fluir de una zona a otra. Además, para dicha zonificación, recurrió a paredes gruesas que permitieron "organizar el máximo de almacenamiento posible, sin apelmazar el volumen y manteniendo la ligereza visual".
Un cuadro muy especial con colores determinantes
Un ejemplo es que la zona de trabajo forma parte del salón y, al mismo tiempo, del dormitorio, integrándose de forma orgánica y a través de una ventana redonda. Y esta idea surge tras comprobar que la propietaria trabaja muchas horas frente al ordenador en casa, una tarea para la que la interiorista considera que la luz resultaba indispensable en ese rincón, donde, además, era importante que se rodeara de cosas especiales, como el cuadro bodegón de estilo clásico pintado por alguien muy vinculado a ella.
Hay que destacar que la solución cromática y, en parte, la estilística surgió de forma natural, precisamente relacionadas con esta pieza que la propietaria mostró a Subbotina en la primera reunión, diciéndole que era muy querida para ella. Y así fue como "toda la paleta de colores del interior, de una forma u otra, está vinculada a esta obra", explica.
Muebles, colores y materiales a la medida del proyecto
En cuanto a la mayoría de muebles, se diseñaron siguiendo los bocetos de la interiorista en manos de varios talleres de carpintería. Un ejemplo son las consolas de chapa de una madera original que hay en el salón y en el recibidor, respectivamente, y cuyo acabado tiene también conexión directa con el bodegón. Otros acabados son la madera natural y el mármol (en el baño principal), con el telón de fondo de las paredes en un tono claro.
Tras finalizar el proyecto, su autora reconoce que la vivienda "se ha transformado hasta quedar irreconocible gracias a la correcta distribución y al acabado cromático bien elegido". Asimismo, añade que cada rincón se ha vuelto más funcional y acogedor con dicha combinación de colores elegida, dando lugar a una atmósfera de calidez y armonía.
En el apartamento, de unos 80 metros cuadrados y con ventanas panorámicas con vistas a la ciudad, vive la propietaria con su hijo pequeño y el resultado del proyecto refleja perfectamente sus preferencias y cubre sus necesidades diarias.
"El principal objetivo del proyecto era crear un espacio lo más funcional, luminoso y cálido posible, en el que fuera cómodo no solo descansar, sino también trabajar" _ Katerina Subbotina