Lo justo y necesario. En tan solo 130 m2 – poco para ser una casa – esta joven pareja ha construido un hogar moderno y acogedor, lejos del bullicio de la ciudad de Moscú. La arquitecta e interiorista, encargada de dar forma a su nueva vida, ha sido Zoe Volkova, en colaboración con el estudio Arquitectura 2.0.
El plano de la casa es claro y sencillo, sin pasillos ni giros. En la planta baja se encuentran las zonas comunes (salón, comedor, cocina y un baño), y en la segunda el dormitorio principal, el despacho, la habitación infantil y un gran baño. La cocina y la sala de estar dan a la terraza y al jardín, y en la planta superior se ha construido un pequeño balcón. Los grandes ventanales bordean toda la casa y son protagonistas en cada una de las estancias (incluidas las superiores).
El proyecto arquitectónico de la casa se realizó por Zoe Volkova en colaboración con estudio de Arquitectura 2.0 / Foto: Evgenii Kulibaba Estilismo: Elena Sereda y Alena Bukanova
Con la intención de conectar con el paisaje exterior – la casa está rodeada de bosques y es una zona residencial muy tranquila- se apostó por líneas limpias, tonos neutros y materiales naturales.
Foto: Evgenii Kulibaba Estilismo: Elena Sereda y Alena Bukanova
La decoración del interior es acromática. Se basa en el color negro, que le da rigor y personalidad, y en el blanco, que le aporta ligereza. Además, se agrega la madera en suelos, puertas y muebles. El único color que se inyecta, muy dosificado, es el rojo-terracota. Y no es casual. La casa está construida con bloques de ladrillo de este color y en algunas partes de la casa, como en el comedor, se dejó trozos de pared sin yeso. “Resultó una decisión que se convertiría en la dominante visual de la casa. Por ejemplo, la mesa de centro está hecha a medida y la hemos recubierto con el mismo color rojo-terracota”, comenta la interiorista.
El “casting” de materiales, como Zoe bromea, tan solo lo superaron aquellos que tuvieran tonos neutros y tierra. El yeso decorativo no devuelve a los orígenes y las baldosas irregulares y ásperas añaden esa sensación de “hecho a mano”.
Mención especial para la fotografía que cuelga en el comedor. Es una obra que la propia interiorista realizó sin querer en su taller. “Estaba experimentando con pigmentos acrílicos transparentes, aplicando caóticamente pintura con agua sobre el papel de acuarela, y de golpe la pintura se derramó de manera tan bonita, que solo tuve que fotografiarlo rápidamente y luego imprimirlo en gran formato. Para mí, esta obra expresa toda la esencia de esta casa”, confiesa la interiorista. Y nosotros la entendemos a la perfección y lo corroboramos.