Abrir el baño al dormitorio es, además de una de las tendencias de decoración del momento, una de las reformas con las que todas soñamos. Por eso, este dormitorio de estilo nórdico hace nuestros sueños realidad, creando una estancia única y comunicada que une zona de noche, baño y vestidor. Con esta solución ganan los tres espacios, ya que aumenta la luminosidad, se favorecen los recorridos entre los ambientes, ganando fluidez y amplitud, y se crea un rincón de spa, donde relajarse.
Un tabique de cristal como elemento separador
En este proyecto del estudio de María Ódena, la habitación se ha integrado el baño mediante un tabique de cristal que permite el paso de la luz y establece una comunicación que mantiene, sin embargo, a salvo la independencia de ambos ambientes. Con esta solución el baño queda como en una cabina acristalada, formando parte del dormitorio, pero manteniendo su propia identidad. Además, los sanitarios se mantienen ocultos y en la zona de la ducha el vidrio es translúcido para mantener la privacidad, respetando la intimidad de ambos.
Aunque esta fórmula nos encanta, existen otras soluciones igual de efectivas que permiten adaptarse a la planta y las dimensiones del espacio y a tus propias necesidades. Así, puedes instalar un medio murete divisorio entre ambas zonas, abrir pero mantener un tabique de suelo a techo que haga las veces de cabecero, instalar una puerta corredera, usar un biombo para delimitar sin recargar, apostar por un elemento separador alistonado (muy de moda), que divida, deje pasar la luz y decore, colocar un cabecero de obra que establezca las divisiones o, simplemente, jugar con el mobiliario.
Un look nórdico, cálido y tranquilo
Decorativamente ambos espacios mantienen su propio estilo. Así el dormitorio apuesta por una estética nórdica y relajada, donde el cabecero de madera se erige como el protagonista, acompañado de una iluminación tenue y suave que favorece el descanso, con luz perimetral y delicadas luminarias suspendidas, más livianas que las típicas lámparas sobre la mesita de noche, y textiles ligeros en tonos claros, entre los que destaca el plaid y los cojines en un verde casi pastel.
Es importante destacar el papel de las cortinas. En un tejido blanco y ligero, pero con peso y caída, cubren la gran corredera de cristal que sale a la terraza, evitando las miradas indiscretas y favoreciendo la intimidad, pero permitiendo, al mismo tiempo, el paso de la luz natural al baño, ya que están directamente enfrentados.
Un baño moderno con toques negros
A su vez la estética del baño está definida por la perfilería negra del tabique de cristal, que es un medio murete en la zona del lavamanos, en el que destaca tanto el espejo suspendido, tan funcional como decorativo, como el mueble bajolavabo con grifería negra empotrada. Otro detalle a tener en cuenta es el guiño que se ha hecho dentro de la ducha colocando un marco negro que crea la ilusión de ser una ventana y que hace las veces de estantería. Además de focos empotrados, cuenta con iluminación perimetral, estableciendo, de nuevo, un vínculo con el dormitorio.
Un armario integrado en el ambiente
Como el baño ocupa la pared donde se suele poner el armario, el vestidor se ha situado a continuación, a modo pasillo. Compartiendo el color de las paredes logra integrarse a la perfección en el ambiente. Nos parece una gran idea dejar un módulo abierto que aligera la gran estructura y permita colocar cestas y objetos decorativos cumpliendo las funciones de una estantería. En este tipo de espacios, otra buena fórmula son los vestidores abiertos, porque no recargan y se adaptan a las necesidades espaciales y de uso.