Ha dicho no una, sino muchas veces que el objetivo último de su trabajo, “la verdadera esencia de cada uno de mis proyectos” no es otra que “proporcionar a las personas un entorno en el que ser felices”. Y, a pesar de lo esquiva que está la felicidad en estos tiempos, todo el que pisa un espacio diseñado por Beatriz Silveira la siente, aunque sea solo mientras permanece en él. Lo llaman ‘diseño emocional’, una especialidad de la que es maestra.
Sus interiores destilan belleza, serenidad, sofisticación, confort, luz y alegría a raudales; y sus reglas de oro son el orden, el equilibrio y el estilo. Hace tiempo que este premio tenía su nombre escrito, pero este año es, por fin, suyo.