Colmar una y otra vez las (grandes) expectativas que su trabajo, proyecto tras proyecto, genera desde hace ya más de una década –y hacerlo, además, sin decir nunca una palabra más alta que otra es el superpoder que Imanol Calderón y Marta Alonso atesoran (y muchos codiciamos). Claro que aquello de que solo existen dos clases de personas: los que viven hablando de las virtudes y los que se limitan a tenerlas, es rigurosamente cierto; y las suyas son muchas: la inteligencia, el rigor, la franqueza, el recato y, sobre todo, el talento y la personalidad.
No importa si lo que crean son poéticas luminarias, muebles escultóricos o fascinantes espacios, nosotros hemos sido siempre sus más rendidos admiradores.