Una arquitectura impresionante, la ubicación perfecta y la luz, mucha luz, gracias a los enormes ventanales que le recordaban un poco a su querido Manhattan, donde había vivido gran parte de su vida, fue todo cuanto necesitó para decidirse a comprar la casa. El nuevo propietario es galerista y quería que fuese un espacio de trabajo en el que vivir cómodamente, donde pudiera mostrar obras a sus clientes y reunirse con ellos. Precisaba de una casa-estudio. Y recurrió al arquitecto José Duque, artífice del proyecto de reforma de esta vivienda en Madrid y fundador del estudio Duke’s House.