El doctor Alfredo Fernández Blanco no dudó ni un segundo en confiar la imagen de su vivienda familiar al decorador Manuel Espejo. Su gran amistad y confianza vienen de lejos: el interiorista se ha encargado de todas sus casas y clínicas de cirugía y medicina estética; así que cuando descubrió esta finca, y enamorado de su ubicación y el enorme jardín, volvió a ponerse en las manos del interiorista para crear, ahora sí, la casa de sus sueños.
Manuel lo dio todo: realizó un proyecto de rehabilitación integral, se encargó de la obra, el interiorismo y el paisajismo. “Aquí, el mobiliario, las luminarias y la decoración están ideados en exclusiva para la casa; incluso, por primera vez, me he atrevido a diseñar obras de arte”, comenta Manuel. Y añade: “No se ha respetado nada de la vivienda original; se ha realizado una obra integral cambiándolo todo, desde la distribución de espacios hasta la altura de los techos, los huecos de la fachada... Tuve libertad 100%”.
Así pues, pudo desarrollar un proyecto original y único, una casa de autor, un hogar donde se priorizó la integración del interior con el exterior y se apostó por un interiorismo sencillo en el que los protagonistas son los tamaños de las piezas. “En esta vivienda, la arquitectura y el interiorismo se dan la mano. Se ha trabajado todo el conjunto para conseguir un gran proyecto.
He realizado un proyecto donde la prioridad ha sido integrar el interior con el exterior. Y he apostado por un interiorismo sencillo, donde la importancia la tienen los tamaños de las piezas Manuel Espejo, interiorista
En general, se juega con piezas muy simples que se convierten en importantes por el tamaño. Igual ocurre con la arquitectura, jugamos con los tamaños de los espacios”. El reto más motivador fue, sin duda, diseñar un espacio abierto al exterior. El propietario deseaba disfrutar de las vistas al jardín desde todas las estancias, no quería cortinas en ninguna habitación, algo que dificultó el trabajo por la idea de la intimidad que se pretendía dar a la casa, pero el resultado bien ha valido la pena, y el interiorista está más que encantado con la imagen final.
A la hora de decorar, Manuel se decantó por un estilo tranquilo, ordenado y elegante, pero sin pretensiones; un interiorismo en tono blanco en paredes, techos, mobiliario y tapizados, reforzado por detalles arquitectónicos en negro, para crear volúmenes y destacar los colores del jardín. Todo un acierto, ya que evoca la ligereza del diseño de líneas puras en unos interiores donde la naturaleza cobra vida.