Estamos ante el principio básico del minimalismo que se resume en la famosa frase atribuida al arquitecto Mies van der Rohe que dice que 'menos es más'. En otra palabras: este estilo trata de reducir a lo esencial los componentes de un espacio, de despojarlo de elementos superfluos, y mantener solo aquellos que resulten prácticos y, a la vez, estéticos.
De todas las estancias de la casa, podría decirse que el baño es el que mejor puede aplicar estos principios (aunque el minimalismo no esté entre tus estilos decorativos preferidos). ¿Por qué? Porque su finalidad es la de ofrecer un espacio que fomente el bienestar, que relaje, y para conseguirlo se precisa de un ambiente despejado, ordenado, luminoso, limpio, armonioso...
La clave está en disponer de las piezas mínimas necesarias, bien distribuidas, dejando siempre que el espacio respire, y elegirlas de líneas sencillas, como los detalles y accesorios (pocos) que se quieran añadir. El blanco siempre potencia la pureza del minimalismo, pero el negro no se queda atrás, e incluso la combinación es un acierto.
Si tu baño presume de luz natural, poco hay que añadir a decirte que te sientas afortunado; sino es el caso, cuida mucho la iluminación, con las mismas directrices de simplicidad pero invirtiendo en un buen confort lumínico. Todo esto es con el objetivo de que tengas un baño con menos elementos, pero más y mejor pensado para convertirse en tu espacio de bienestar ideal.
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