Cuando el matrimonio vio esta vivienda por primera vez se enamoró principalmente de su ubicación y sus vistas, ya que está emplazada en el casco histórico de la Villa de Mundaka (Vizcaya), frente a la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. La querían para pasar los veranos en familia, es decir, se trata de una segunda residencia que el matrimonio y sus dos hijos de 14 y 11 años utilizan de junio a septiembre.
Pero el estado en el que se la encontraron era deplorable. Sus 50 años, sin ninguna mejora desde su origen, habían hecho mella en el suelo con estructura de hormigón, con presencia de carcoma, y se presentaba como un espacio frío y lúgubre que, obviamente, había que transformar por completo. Se procedió a una demolición de tabiques, techos y suelos con la idea de rediseñar la distribución interior para adecuarla a las necesidades personales.
En manos de su interiorista de confianza
Para este trabajo, los propietarios recurrieron a su ‘interiorista familiar’, Irantzu Hurtado, quien ya ha trabajado en proyectos para otros miembros de la familia. Ella fue quien debía optimizar los 75 metros cuadrados y dar cabida a tres dormitorios, dos baños, una cocina-comedor y una sala de estar que se conecta con la terraza. “No necesitaban grandes habitaciones, por tratarse de una segunda residencia, pero si debía tener todo lo indispensable para que funcionara”, explica Hurtado.
El proyecto presentaba, de entrada, varios retos. Uno de ellos es que su configuración es compleja, ya que cuenta con numerosas paredes a 45º, lo cual dificultaba la distribución. Otro era que la estructura de hormigón y la ausencia de patios interiores presentaban desafíos para mejorar la iluminación natural y la sensación de calidez en el interior. Y, además, había que añadir un baño adicional para cumplir con los requisitos funcionales de la familia.
Un cuidado y acertado estilo ecléctico
La reforma integral de la vivienda supuso un tiempo de cuatro meses y medio y una vez terminada -y durante la reforma-, se fue eligiendo la decoración y, finalmente, el estilismo, culminando en un ambiente que refleja la identidad y el estilo de la familia. El resultado ha logrado transformar un espacio oscuro en un hogar luminoso, confortable y sereno basado en una paleta de colores suaves y materiales seleccionados con esmero.
El enfoque de interiorismo en esta reforma ha sido ecléctico, sin adherirse a un estilo concreto porque, como dice la autora del proyecto, “yo tampoco tengo un estilo totalmente definido, ya que me gusta hacer cosas diferentes, adaptándome a los clientes. Todo dentro de mis límites estéticos, claro”. Le gustan mucho todos los estilos o incluso hacer una mezcla de ellos, logrando un enfoque más variado.
Decoración con tonos neutros y toques de color
En este caso, se ha buscado un equilibrio entre interiorismo, decoración y estilismo, “conceptos que la gente tiende a confundir, pero la clave está en conjugarlos para que una vivienda triunfe”, añade Hurtado, sabedora que esta capacidad de combinar estilos -nórdico, moderno, romántico y minimalista- de manera sutil es una característica del trabajo de su estudio.
La vivienda se caracteriza por una decoración sencilla donde se utilizan tonos neutros en la mayoría de las estancias, con la intención de generar una atmósfera de serenidad y elegancia. Pero, al mismo tiempo, se han introducido toques de color en determinados elementos, como lámparas, mesas auxiliares y cuadros, para lograr ese equilibrio estético tan acogedor que se muestra.
Ahora, tras el trabajo de rehabilitación llevado a cabo, la sensación al entrar en este hogar es de luz, frescura, confort y serenidad, gracias a la paleta de colores y materiales elegidos.
“Me encanta poder hacer cosas diferentes. Cualquier estilo puede quedar espectacular si se diseña y se piensa hasta el último detalle” _ Irantzu Hurtado