Para disfrutar de una cocina 100% adaptada al espacio y a las necesidades personales hay que tener en cuenta diferentes aspectos en el proyecto de reforma. Uno de los principales es, sin duda, la distribución. El punto de partida en este caso será realizar un análisis detallado de la planta y valorar bien los hábitos familiares, lo que permitirá saber si es posible integrar la cocina en el resto de las zonas de día de la vivienda o se mantiene como una estancia independiente. Pero también decidir la mejor disposición de los elementos. En líneas generales hay que hablar de seis opciones distintas –en L, en U, con isla, con península, en línea y con dos frentes paralelos–, aunque también es posible combinar varias de ellas.
Una vez decidida la mejor distribución, toca ponerse manos a la obra con la elección del mobiliario. En cuanto a los materiales, conviene saber que los más habituales son los laminados y los lacados. En el primer grupo se encuentran el PVC y los laminados de alta presión. Y, aunque estos últimos son de mayor calidad, ambos tienen en común que reproducen con bastante fidelidad el acabado de otros materiales, que son fáciles de limpiar y que resisten bien la acción del agua. Los lacados, por su parte, se distinguen por sus distintos acabados –mate, texturizado, brillo...–, por disponer de una paleta de color prácticamente infinita, ya que incluso pueden personalizarse con la tonalidad deseada, y por soportar bien la humedad.
Más allá de los materiales también hay que elegir el tipo de armarios, pues no todos son iguales ni tienen la misma capacidad. Así, a los tradicionales módulos superiores e inferiores se suman las despensas, los escoberos, los rinconeros, los destinados al reciclaje selectivo de residuos, los módulos con cajones para guardar ollas, sartenes, cubiertos, especias... Y sí, también los que tienen frente de persiana y enchufe en su interior para los pequeños electrodomésticos, las alacenas cada vez más habituales en el office y los armarios exentos.
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Los offices están de moda, ya que añaden estilo a la estancia, aumentan su valor práctico y son cómodos. Este es de Santos.
Foto: Santos
Llega ahora el momento de escoger los electrodomésticos. Además de los aparatos de cocción, hay que fijarse en los de frío y los de las zonas de agua. Los frigoríficos cuentan ahora con regulación independiente de la temperatura, función eco, luces led, puertas que permiten ver el interior de la nevera sin tener que abrir la puerta... En cuanto a lavadoras y lavavajillas, se caracterizan por ahorrar agua y energía, y por funciones que permiten añadir prendas olvidadas a mitad de ciclo, dosificar automáticamente la cantidad de detergente y suavizante en cada lavado, así como lavar y secar la vajilla en 58 minutos.
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Al equipar la cocina hay que fijarse en los distintos tipos de muebles: módulos de reciclaje, gaveteros, despenseros –como éste, de Cocinas Río–, armarios rinconeros...
Foto: Cocinas Río
Respecto a la iluminación general, es importante que sea uniforme y que llegue hasta el último rincón de la estancia, lo que suele resolverse con focos o downlights empotrados en el falso techo. Pero más allá de los 200 lux que precisa una cocina como luz de ambiente, hay que recordar que para manipular los alimentos de forma totalmente segura se necesitan entre 500 y 800 lux –cantidad de luz que recibe una superficie– en las zonas de aguas, cocción y trabajo. Algo que se consigue fácilmente instalando lámparas led bajo los armarios superiores. Por último, hay que valorar la opción de crear o no una zona de office.
Algo que resulta (casi) imprescindible desde que la cocina se ha convertido de nuevo en el punto de encuentro familiar. Conviene destacar en este punto que las posibilidades a la hora de darle forma son muchas y variadas, con independencia de los metros que tenga la estancia. Barras voladas, tableros extraíbles, encimeras que se prolongan unos centímetros, mesas exentas, laterales de las islas y penínsulas... Todo vale.
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