Diego Abellán e Inma Jiménez son dos jóvenes arquitectos que, en lugar de hacer las maletas y resignarse a emigrar como tantos colegas –de disciplina y generación–, decidieron volver a su pueblo, Orihuela (Alicante), y, desde allí, reivindicar las oportunidades que la periferia brinda.
“Preferimos poco y bien, muy al detalle –afirman sin complejos–, que la cantidad seriada y poco exigente tan característica de la zona donde vivimos y trabajamos. Y compensamos nuestra falta de experiencia con un compromiso total con cada uno de nuestros proyectos”. Y aunque parezca difícil de creer, diseñan aún mejor que hablan.