De entrada, los propietarios de este piso le pusieron un reto complicado a la interiorista Margó Kashina. Debía diseñar, reformar y amueblar su vivienda… ¡En un plazo récord de tres meses! No había tiempo que perder, así que en la primera reunión definieron el concepto del proyecto y en solo un mes, el estudio ya había completado todos los planos y proyectos y comenzaron las obras.
En ese primer mes, paralelamente, Kashina iba seleccionando muebles y decoración, decidiendo optar por "una mezcla de piezas de diseño vintage combinadas con iconos del diseño contemporáneo, sobre una base en blanco y negro que, inspirada en el amor por la fotografía monocromática de los propietarios, se complementaría con suaves acentos de color", explica la autora del proyecto.
Segundo reto del proyecto: presupuesto ajustado para el mobiliario
A su favor, hay que destacar que la distribución original funcional apenas requirió cambios. Se trata de un piso de 85 metros cuadrados del centro de Barcelona, situado en un edificio histórico de 1901, donde se decidió situar a fachada el salón, comedor y cocina en un espacio único, y la zona privada en la parte trasera, orientada a un patio interior, con mucha luz también.
Pero al reto del poco tiempo para desarrollar todo el trabajo solicitado, se sumaba otro. El de un presupuesto muy ajustado para destinar a mobiliario, iluminación y decoración y que la interiorista logró también cumplir. Por eso, no es de extrañar que reconozca estar especialmente orgullosa de este proyecto, agradeciendo que lo hiciera posible "la estrecha colaboración con los clientes, quienes compartían mi visión del resultado", explica.
Sobre una base neutra, piezas de distintas épocas
Siguiendo con el proyecto, hay un elemento característico de este tipo de viviendas barcelonesas, como son las grandes ventanas francesas que dan a fachada, cuyas contraventanas antiguas en color verde oscuro se decidieron restaurar, convirtiéndose en un punto focal de la zona de día. Además, generan un bonito contraste con la base neutra creada en tonos claros y planteada a partir de la elección de un suelo de madera, que se prolonga en armarios, cocina y baños, sirviendo de telón de fondo a la cuidada selección de piezas de distintas épocas.
En la zona común de día, la interiorista buscó crear "una composición rica en detalles, con elementos que se complementan entre sí, combinando piezas vintage y de diseño icónico con muebles de líneas simples de marcas accesibles". El resultado muestra, por ejemplo, las sillas vintage del comedor, el aparador antiguo tallado de principios del siglo XX del salón ("que aporta un toque de historia"), una pieza traída de Escandinavia por los clientes o una mesa minimalista de mármol.
La iluminación crea distintas atmósferas
En cuanto a la iluminación, se planteó con el papel de dividir los espacios y generar distintas atmósferas. Y de la misma manera que a Kashina le gusta incluir en sus proyectos puffs y taburetes que añaden funcionalidad y profundidad decorativa, pudiendo moverse según se necesiten, también tiende a añadir lámparas de pie y de mesa para crear múltiples escenarios de luz siguiendo la lógica planteada.
Sin duda, este proyecto, que venía con dos importantes retos a superar bajo el brazo, ha representado para la interiorista un importante orgullo profesional en el cual, desde el minuto, supo cómo organizarse los tempos del trabajo, controlar los gastos y cumplir con los deseos y necesidades de los jóvenes propietarios.
"Recuerdo el momento en el que al entrar por primera vez en el piso recién pintado, el único toque de color provenía de las antiguas contraventanas verdes que confirmaron que el 'lienzo' estaba listo" _ Margó Kashina