No nos extraña que sus nuevos propietarios se sintieran seducidos por esta finca en Valencia, ya que forma parte de un grupo de viviendas con un pequeño oasis dentro de la zona, con entradas amplias y separadas por retranqueos de la vía principal, que las dotan de mucha tranquilidad y privacidad... Todo un lujo que facilita elslow life, pero también el vivir en compañía y en sintonía con la comunidad.

Así que, lejos de amedrentarse por la necesaria e importante reforma que iba a requerir la finca, sus propietarios vieron las posibilidades que les brindaba su ubicación y el hecho, precisamente, de estar de origen, algo que supieron poner en valor para lograr su fin: crear un hogar a medida, que encajara como un guante con su familia y necesidades.

 

Y para conseguirlo, se pusieron en manos de la interiorista Adriana Nicolau, que asegura que “se realizó una reforma integral; cuando llegamos la casa estaba en total estado de deterioro. Cabe recordar que son viviendas que se construyeron en 1955, que, antiguamente, servían como vivienda para los mandos del ejército. Con el tiempo, fueron cayendo en el olvido y en un consiguiente abandono. Ésta era una finca que estaba de origen: disponía de buenos acabados (típicos de la época), y era muy compartimentada, con una distribución excesivamente marcada por un corredor central que separaba las dos alas de la casa. En la reforma, nuestro estudio buscó que todo quedara unido en una estancia amplia y sin pasillos”.

Y prosigue: “La mayor dificultad fue la organización espacial. Los propietarios deseaban una casa con tres dormitorios y tres baños independientes y que se viera amplia... Todo esto en 120 m2 y con una viga central limitando los espacios. Fue toda una odisea”.

Una de las claves a destacar de la transformación de esta vivienda reside en que se trata de una casa totalmente exterior, con lo que la optimización de la luz natural se convirtió en el gran punto de partida. Al tratarse de una finca excesivamente compartimentada, resultaba sombría y lúgubre.

 

 

Una vez aprobada la distribución, se apostó por un interiorismo alegre y curvo, para facilitar el recorrido por la casa y para que las limitaciones lo pareciesen menos. “El color vino definido por la forma en la que creí que le iría bien a esta joven familia. Uno que invitara a comenzar una nueva vida en un entorno lleno de vitalidad”, concluye la interiorista. 

Hoy, tras el magnífico trabajo de la interiorista Adriana Nicolau, y teniendo en cuenta como ella se define –“Resolutiva, inquieta, dinámica y alegre”–, está claro que gran parte de su esencia ha conseguido impregnar los espacios de esta vivienda. Hablamos de frescura, formas redondeadas, texturas, materiales nobles y diseño. Todo pensado para convertir este volumen en un hogar en el que ver crecer a la familia, organizado con una zona de día amplia y abierta y una de noche recogida y relajante.