Dos fueron las claves inspiracionales que marcaron este proyecto. Por un lado, las impresionantes vistas panorámicas de la ciudad que definieron la distribución, estilo y paleta de colores. Y, por otro, el gusto de los propietarios por los interiores parisinos, aunque viven y trabajan en otros países. Su gusto exquisito y su gran experiencia visual condicionaron mucho el trabajo de Elena Kalinina, de ELKA Interiors, quien, reconoce, que el resultado final demuestra que "se logró mantener la integridad conceptual".
Nada más entrar en este piso moscovita de 160 metros cuadrados, las miradas se van hacia las espectaculares vistas al Teatro Bolshoi y al Jardín de Alejandro gracias al deseo de disfrutarlas "desde las ventanas sin que las particiones y puertas lo impidieran". De esta forma también se permite que los colores presentes en el entorno impregnen los espacios, con el tono discreto de los ladrillos de los edificios cercanos, el verde de las torres, el oro mate de los domos de las iglesias vecinas y los tonos azul claro del cielo. Una atmósfera complementada por las obras de arte contemporáneo que coleccionan los clientes.
El proyecto precisaba de zonificar el espacio según las necesidades de cada miembro de la familia. Así, se dispuso de una zona de día compuesta por sala de estar, cocina y comedor, lavadero, despensa y aseo de cortesía, y otra más privada que consta de un dormitorio principal con cuarto de baño y vestidor, un despacho y un dormitorio para invitados también con su propio baño.
Entre las soluciones más interesantes que se han aplicado en el proyecto destacan los sistemas de almacenamiento ocultos y las puertas invisibles gracias a los diseños a medida de la interiorista. Para ello se trabajó mucho los materiales naturales, como el mármol, la madera y el yeso, eligiendo cada mueble de acuerdo al concepto del proyecto, "y si no podíamos encontrar el artículo en las colecciones existentes, lo diseñaba yo misma y lo fabricaban mis industriales", explica Elena Kalinina.