Estamos tan acostumbrados a lo rústico que casi -casi- lo damos por sentado. Pero existe una pequeña y extraña sensación al entrar en un espacio de este estilo que prácticamente todos compartimos: el momento en el que cruzas la puerta y te ves envuelto en un escalofrío que reconforta. De golpe te sientes protegido de la intemperie, como si estuvieses en un bosque a 5 mil kilómetros de tu hogar y te hubieras refugiado en una casita de madera para hacerte un té caliente.
Algo tiene el estilo rústico y lo ‘natural’ que nos hace a todos iguales y, además, lleva desde tiempos remotos siendo uno de esos interiorismos que nunca muere: simplemente vuelve a nacer y te vuelve a abrazar. Ahora bien, aquí la madera no lo es todo. Son más los elementos esenciales para que una cocina rústica sea todo lo que queremos que sea (incluso, moderna). ¡Atento!