Columnas griegas en la entrada. Chimenea de mármol. Tres sofás en el salón. Vestidor estilo Carrie Bradshaw (el de su casa con Mr. Big, claro). Biblioteca. Una mesa más grande que cualquiera de tus 5 baños en la que celebrar cenas inolvidables. Terraza (terraza siempre). Una buena isla en la cocina… y otra cocina con vistas al jardín, por si acaso. Cualquier persona a la que le preguntes cómo imagina la casa de sus sueños no baja de esta descripción: el mundo nos ha hecho creer que si queremos una casa, tenemos que soñar con la más grande de todas. ¿Imposible? No. ¿Alcanzable? Complicado. Hoy bajamos a la tierra para hablar del problema que acecha a nuestras expectativas y nos sitúa en la necesidad de entender que vivir en un sitio pequeño debería mirarse desde la funcionalidad, la sostenibilidad y la creatividad. Para ello vamos a recomendarte un proyecto que, de una forma súper entretenida, puede ayudarte a replantear tu futuro hogar.
Never too small nació cuando el fanático del diseño Colin Chee pasó de vivir en una casa de 5 habitaciones en Malasia, a una de 40 metros cuadrados en Melbourne (paradójicamente, una de las ciudades con las casas más grandes del mundo). Una ‘microvida’ que se adaptaba a su estilo de vida y le hacía sentirse en sintonía con la ciudad. Allí decidió empezar a grabar los hogares de algunos arquitectos a los que admiraba y, tras colgar varios de esos vídeos en internet se dio cuenta de que tenía que ir más allá y mostrar a la gente que se puede vivir feliz en casas pequeñas.
NTS se convirtió en un proyecto que fue creciendo incontrolablemente (su canal de Youtube tiene ya más de 2 millones de suscriptores) para contarnos que los microapartamentos eran una solución poco valorada pero práctica como ninguna otra. Todo esto si tenemos en cuenta 3 de los problemas que vive el mundo actualmente: la asequibilidad de la vivienda, el crecimiento imparable de la población y la cuestión ambiental. Si a ello le sumamos el deseo de los jóvenes por vivir en el bullicio de las grandes ciudades… solo nos queda una cosa, y es priorizar la ubicación por encima del tamaño.
De forma súper orgánica NTS se ha convertido en una fuente de inspiración constante: en su contenido encontramos vídeos con decenas de pequeños -y preciosos- espacios/estudios (desde los 15 hasta los 60 m cuadrados) bien diseñados por diferentes interioristas y arquitectos galardonados de distintas ciudades del mundo. A través de ellos nos enseñan trucos perfectos para desenvolvernos en un espacio mínimo: apartamentos con un sistema de paredes correderas que aparecen y desaparecen creando diferentes estancias, cocinas totalmente escondidas o suelos elevados con almacenamiento debajo son algunas de las soluciones que proponen en sus episodios.
Pero su trabajo va más allá, y es que generan todo tipo de contenido que continúe con esa visión más pequeña y sostenible. Hacen libros (como el Never Too Small: Reimagining Small Space Living), art prints, objetos-regalo e incluso colaboraciones con diseñadores, como su primer mueble junto a Like Butter (estudio de diseño industrial) y el diseñador Jem Selig Freeman. Una pieza de madera multifuncional, asequible y sostenible perfecta para sentarse o apoyar objetos en espacios pequeños, inspirada en las clásicas mesas telefónicas de pasillo de los años 50.
Este nuevo planteamiento nos lleva a una cuestión más general (e igual de necesaria) sobre nuestro estilo de vida y las pertenencias materiales que vamos arrastrando en ella. Nos traslada a una filosofía acorde y coherente al momento que vivimos, porque nos anima a poseer menos bártulos y a consumir de una forma más consciente. Con nosotros y con el planeta, claro. Y es que la cantidad de energía (electricidad, agua…) que se necesita para vivir en una casa de 100 m es significativamente mayor que la que nos pide un espacio pequeño.
Las ciudades deben avanzar gracias al diseño, la planificación urbana y, por supuesto, la regulación. Sobre todo debemos saber que vivir en un pequeño apartamento no tiene por qué significar vivir en un zulo sin ventana: significa que, viendo el panorama, quizá deberíamos centrar nuestros esfuerzos en diseñar muy bien un espacio modesto en el que sentirnos agusto de verdad, y no pasarnos media vida curioseando esas casas inasumibles con las que alucinamos en Idealista. Sin duda es una buena forma de avanzar como sociedad dada la inevitable tendencia al crecimiento de la población en las ciudades.
Dicen los chicos de Never Too Small que en 2050 unas 7 de cada 10 personas vivirá en una ciudad. ¿Serán felices? Hay algo muy bueno en el ser humano: meterle en una caja es la mejor excusa para desplegar toda su imaginación y adaptarse al medio lo máximo posible. Por lo pronto, arquitectos, urbanistas, diseñadores y sus innovadores proyectos creen que este tipo de vida es posible. Que hace un tiempo que ellos mismos ya han dado esa dolorosa ‘patadita’ al vestidor de Carrie Bradshaw para apostar todo al diseño inteligente y al uso creativo de los espacios (y así seguir avanzando como sociedad) es un hecho. La pregunta es… ¿sabremos hacerlo nosotros?