Si volvió el terrazo, y nunca pensamos que regresaría y se quedaría con nosotros, el gotelé puede ser una opción estética, aunque no tal y como lo conocemos, sino diferente, más marcado y más imperfecto, para remarcar su carácter y su encanto. Durante mucho tiempo nos costaba pronunciar su nombre sin pensar en una casa de los 60 y los 70, pero hoy ha vuelto, incluso de algunas casas nunca se ha marchado, y dado que parece quedarse otra temporada (o dos) con nosotros, debemos ver la parte positiva. Es una solución para disimular fallos e imperfecciones o evitar ver las sombras que produce una mala iluminación, por ejemplo. ¿Convencida?
Desde hace un tiempo las paredes lisas y perfectas, como el pulido estuco, están siendo reemplazadas por texturas naturales como el mortero a la cal y la arcilla. Unas pinturas que, según la interiorista Natalia Zubizarreta, potenciadas con iluminación estratégica, crean una atmósfera de refugio y conexión con la naturaleza.
Además de sus propiedades sostenibles, estas paredes naturales poseen un punto rústico, lleno de calidez que, sin embargo, no limita su estilo a una casa de campo o de playa, sino que cuentan con una gran capacidad de adaptación, que les permite lucir tanto en ambientes clásicos como minimalistas o actuales.
Sin olvidar que sus posibilidades cromáticas no se limitan al blanco, lo que permite, o bien, crear continuidad y conexión o bien jugar con el color para lograr efectos sorprendentes. Además, se pueden usar en elementos estructurales o en estanterías de obra, por ejemplo, magnificando su presencia. Si aún no estás convencida, elige una solución intermedia como los enfocados, que dan un acabado rugoso, cálido y con un punto natural, o descubre todo su potencial entre nuestras propuestas.