No lo vamos a negar: en nuestro país atesoramos algunos de los mejores y más reconocidos museos llenos -y más llenos- de obras de arte insuperables. Pero hay un recorrido que se escapa de estos imponentes edificios e incluso de las galerías de arte más famosas de las principales ciudades: hablamos de las obras de arte al aire libre que embellecen el entorno e interactúan con él dotando a nuestros espacios públicos (como plazas, parques o costas) de sentido y personalidad. ¿A quién no le gusta pasear por un parque verde y vibrante y encontrarse con un Chillida? Hoy te invitamos a explorar la creatividad y el talento de nuestros artistas desde las calles y la naturaleza. Esta es nuestra ruta por las 10 esculturas al aire libre más famosas de España. El Peine del Viento de Chillida (Donosti) Ondarreta es la afortunada playa de San Sebastián que vigila el temporal gracias a El Peine del Viento, las famosas esculturas de Eduardo Chillida. Un artista reconocido por su trabajo con el hierro y su exploración de la relación entre el espacio y la materia, donde siempre trataba de invitar a la reflexión sobre la interacción del arte con la naturaleza. El escultor, sin duda uno de los más importantes del siglo XX, la creó en 1976 y está formada por tres piezas de acero incrustadas en las rocas, donde rompen el viento y las olas cuando Donosti se revuelve un poco. Todo un espectáculo imperdible que si aún no has visto, ¡no sabemos a qué estás esperando! Elogio del Horizonte de Chillida (Gijón) Casi podríamos hacer una ruta increíble por todas las esculturas de Chillida al aire libre, pero para eso necesitaríamos otro artículo. Y es que esta ruta continúa con otra obra monumental: Elogio del Horizonte, situada en Gijón, Asturias. Una escultura de hormigón armado creada en 1990 que se alza sobre el Cerro de Santa Catalina y enmarca el horizonte del Cantábrico como ninguna otra. Su objetivo era que los espectadores experimentaran el viento y el sonido del mar a través de la obra, convirtiéndola en una experiencia sensorial redonda y llena de vida. Carmen de Jaume Plensa (Madrid) La Plaza de Colón en Madrid acoge desde hace solo unos años una escultura que te deja, por así decirlo, un poquito ‘embobado’ mirándola. Se trata de Carmen, una impresionante obra de Jaume Plensa, creada en 2010 y construída a base de resina y polvo de mármol que representa el rostro de una mujer en una meditación serena. El artista, conocido por sus esculturas a gran escala, utiliza la figura humana para explorar temas de identidad y comunicación. Carmen, en concreto, nos invita a la contemplación y a la introspección en medio del inevitable bullicio urbano en el centro de la capital. Dona i Ocell de Joan Miró (Barcelona) Son varias las esculturas repartidas de Joan Miró por España (aquí también tendríamos otro artículo solo para el catalán), pero esta vez queremos recomendarte su emblemática Dona i Ocell (Mujer y Pájaro) en el Parque de Joan Miró en Barcelona. una colorida escultura de cerámica y hormigón creada en 1983, donde sus ya clásicos colores vivos y formas abstractas dan forma a la pieza, que ya es un símbolo del paisaje urbano de la ciudad condal. Una obra donde se captura la alegría y la creatividad del artista en una forma monumental. Hondalea de Cristina Iglesias (Donosti) La Isla de Santa Clara en San Sebastián es todo un misterio: acceder por barco o nadando (no son pocos quienes lo hacen de esta forma) es la única manera de contemplar la obra de Cristina Iglesias. Una intervención que está dentro del faro, pero que se nutre de ese bello y misterioso entorno natural que siempre vemos en las postales de Donosti pero al que apenas nos atrevemos a viajar. Este conjunto escultórico llamado Hondalea se compone de formas geológicas propias de la costa vasca y, según la artista, ‘este proyecto es un espacio que se conecta con la defensa de la naturaleza y de los mares y sus costas’; un espacio de reflexión donde el agua fluye con un ritmo inspirado en los cambios de las mareas y la fuerza de las olas en las cavidades marinas’. Una obra que, sin duda, continúa con el legado de los artistas y escultores vascos cuyo objetivo siempre ha sido crear arte en el límite de la ciudad con el mar. Construcción Vacía de Oteiza (Donosti) Otra escultura imperdible en el norte, más concretamente en Donosti y que puedes ver antes o después de ver el Peine del Viento. Construcción vacía, en el Paseo Nuevo de San Sebastián, fue premiada en la Bienal de Sao Paulo de 1957 y con razón, ya que se trata de todo un referente en el mundo del arte contemporáneo y no solo como una obra de arte público. Sireno de Francisco Leiro (Vigo) El Sireno es uno de los monumentos de Vigo más famosos. Situado desde 1991 en su Porta do Sol, este símbolo moderno se encuentra elevado en un alto pedestal y representa a un personaje imaginario que es un híbrido entre un pez y un hombre. Un espejo de Vigo que vigila desde las alturas, así es la obra de Francisco Leiro. El Gato de Botero (Barcelona) Barcelona acoge arte casi en cada esquina, pero EL Raval atesora una curiosa pieza de Botero: un gato de gran tamaño creado en 1987 y que ocupa el espacio público de este barrio desde el año 2003 tras haber estado en el Parque de la Ciutadella y en el Estadio Olímpico. Una de las obras más famosas de la ciudad condal. Mamá de Louise Bourgeois (Bilbao) No cabe duda: Guggenheim llegó a Bilbao para sacar lo mejor de la ciudad y hacerla más bonita si cabe. Y, de entre todas las obras que rodean el museo, paseando por la ría vas a encontrarte con una araña gigante que ya es todo un icono en la zona (sin restar protagonismo a su querido Puppy, la escultura del perro gigante de 13 metros cubierto de flores y creado por Jeff Koons). Concretamente, este arácnido de gran protagonismo nos sumerge en un mundo lleno de simbolismo sobre la maternidad y la fragilidad. Sus enormes patas se extienden y desafían la gravedad, ¡imposible no quedarse atontado mirándola! El Día y la Noche de Antonio López (Atocha, Madrid) Encontrarse a Antonio López en algún vagón del metro de Madrid o en medio de la Plaza de Sol pintando sus edificios al atardecer no es poco común, pero si alguna vez llegas a verlo guardarás ese momento como si no fuera a volver a ocurrir nunca. Una de sus esculturas más famosas en la capital es, sin duda, el encargo que le hizo en 2002 el Ministerio de Fomento para la estación de Atocha durante su proceso de renovación. Ocurrió que, mientras trabajaba en el proyecto, ocurrieron los atentados del 11 de marzo de 2004 y el artista decidió que sus esculturas serían tributo a las víctimas. No cambió su idea original, pero optó por representar con las cabezas de la niña el sentimiento generalizado después de la tragedia, buscando transmitir esperanza en vez de miedo. El Día y la Noche es la primera escultura monumental de López que se exhibe en un sitio público, y si llegas a Atocha te la encontrarás justo al salir.