El estilo francés cautiva e impresiona por su elegancia y savoir faire y, por eso, no es de extrañar que a la hora de elegir el interiorismo de una casa sea una de las tendencias más deseadas para integrar esa misma decoración. Detalles y claves que convierten un espacio en un fiel reflejo de un estilo de vida, el del país vecino, que se caracteriza por la sofisticación, el lujo y la sutileza en forma de muebles antiguos, molduras clásicas, toques dorados... En definitiva, más charme y menos minimalismo. Las mismas notas que vemos en la casa de una de las aristócratas de París, Inés de Cominges.
La también influencer nació en Madrid y es hija de Rafael de Cominges y Marián Varela, ambos dedicados a la gestión de inmuebles de lujo. Desciende de una antigua familia noble francesa y su educación ha transcurrido en internados suizos e ingleses antes de dedicarse al mundo de la moda. Tras formarse en Londres en el Instituto Marangoni, trabajó para la revista Vogue desde París, para la talent agency de Giovanni Testino (hermano del célebre fotógrafo) y fue jefa de marketing y comunicación de la firma Max et Moi.
París es por tanto su lugar de residencia desde hace más década y donde hoy en día vive con su marido, el también aristócrata François du Chastel de la Howarderie, que además es fundador de la firma de mocasines Chatelles, los preferidos de Pippa Middleton. La pareja son padres de dos niños, Gaston y Casimir.
Una carta de presentación que nos hace aventurar cómo es la casa que Inés de Cominges tiene en la capital francesa. Un hogar donde no faltan el estilo, la elegancia, la sofisticación, el gusto clásico y las señas de identidad más propias del estilo decorativo francés, como vemos en las paredes de su salón. Un fiel reflejo de la esencia de la ciudad.
No hay salón francés sin molduras ni chimenea antigua
Una de las claves del estilo parisino en decoración viene en forma de molduras que se cuelan en techos, puertas y en paredes, como vemos en la casa de la influencer y aristócrata madrileña. Es un detalle que caracteriza a las viviendas más históricas y elegantes de la capital francesa y que muestra su encanto en forma de estos dibujos y relieves artesanales elaborados con molduras de escayola.
La nota que embellece estos muros que sí, además, son blancos o en tonos neutros y delicados otorgan a la estancia un toque palaciego. Por si fuera poco, multiplican su poder decorativo cuando están presentes en casas, como la de Inés, con techos a una considerable altura. Y un último apunte en diseño interior: si creías que las molduras eran solo para decoraciones más clásicas y señoriales, la realidad no es así, ya que encajan perfectamente en hogares modernos.
Si las molduras son un imprescindible, una antigua chimenea es también un elemento común y recurrente para las paredes de los salones made in París. Máxima que en el caso de la casa de la aristócrata tiene un acento decorativo doblemente francés: su chimenea está revestida de mármol, uno de los materiales favoritos de este estilo por su pureza, su elegancia, su calidad y su acabado de lujo imponente.
Arte y antigüedades
A los parisinos les encanta todo lo que tenga sabor a antiguo, a vintage y a décadas a sus espaldas. Piezas que atesoran no solo años y siglos, sino también historias que sirven de excusa decorativa para dar vida a paredes, como en el caso del salón de Inés de Cominges, en forma de obras de arte. Sin embargo, no solo de cuadros y pinturas clásicas bebe el estilo parisino en lo que a interiorismo se refiere; los ambientes más elegantes y lujosos admiten de la misma manera fórmulas más modernas en forma de pinceladas más vanguardistas como vemos en el reflejo del espejo del salón de la aristócrata.
El dorado de la época de Luis XVI
Marcos de cuadros, apliques de luz en las paredes... El dorado es sin duda el color que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en lujo, elegancia, sofisticación... Conceptos todos ellos que el estilo parisino siempre ha tenido a gala y que se repiten en las paredes del salón de la casa de la influencer madrileña.
Una nota barroca en un claro homenaje a la época de Luis XVI y a la decoración tan abrumadora, detallista, ampulosa y excesiva que se veía en los salones del mismo Palacio de Versalles y que ahora se ha sabido actualizar con piezas de diseño (como los apliques de luz que vemos en la imagen) para dar un toque trendy a las paredes.