Los jardines, su ubicación, sus dimensiones y la luz fueron más que suficiente para que sus propietarios se enamoraran de esta vivienda adquirida sobre plano. Se trata de un chalet adosado de nueva construcción, ubicado en Boadilla del Monte (Madrid) y que cuenta con de 280 m². Era una casa que quisieron convertir en un verdadero hogar.
Para ello, acudieron a Sara Torrijos, de Lotoarchilab, que encontró la vivienda vacía, carente de espíritu y personalidad, con una envolvente blanca que pedía a gritos ser vestida a la medida de sus habitantes. Y no tocó nada de la estructura: la interiorista se adaptó a la distribución existente de las estancias, ya que, “gracias a su amplitud, no suponía ningún problema y permitía equipar los espacios respetando las dimensiones y circulaciones necesarias”, asegura Sara. Así, en la planta baja, se encontraron con un espacio abierto “que dividimos en dos zonas (estar y comedor) mediante unas celosías metálicas diseñadas en nuestro estudio; y potenciamos dicha separación con una falsa viga y con las molduras de techo diferenciadas para cada zona. Además, el comedor quedaba así unido a la cocina”, cuenta la interiorista.
La decoración: un sí al color, al arte y a la elegancia
A la hora de decorarlo, Sara comenta que “buscamos un estilo acogedor, pero con toques sofisticados y de color, siempre en el marco de la funcionalidad. Los propietarios querían espacios familiares en los que apeteciera pasar tiempo, por eso incluimos diferentes elementos textiles que dotaran de calidez las estancias. Además, recurrimos a una paleta de color de tonalidades cálidas, complementada con notas en amarillo y verde. También optamos por el binomio blanco y negro para generar ritmo y movimiento. A ello se añaden cuestiones como la integración de la chimenea en el salón, así como el revestimiento de paredes con espejos para agrandar la sensación espacial; en el comedor, el tríptico mural sobre la pared verde focaliza y realza la perspectiva; y en el dormitorio principal, que debía transmitir calma y recogimiento, recurrimos a tonos neutros, papeles pintados y otros textiles”, concluye Sara. Con todo, la interiorista ha conseguido hacer de la casa un hogar.
“Me gustan los espacios en los
que todos los elementos hablan
entre sí, donde el conjunto de
detalles hace el todo. Esto convierte
una casa en un hogar”