Conversar con Tomás Alía, uno de nuestros interioristas más internacionales, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, embajador de la Fundación Michelangelo para la Creatividad y Artesanía y de la Cerámica de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo, piloto del multidisciplinar y 360º Estudio Caramba y uno de los mayores expertos en las artes –bellas y decorativas– y el diseño español, tiene en su mente y sus manos, con sus idas y venidas, sus combinaciones de ideas y hasta sus envites, algo de partida de cartas. Solo que en estas uno no pierde nunca y, por el contrario, se enriquece.
Dice que “excelencia, territorialidad y sostenibilidad” son algunas de las claves que ya están marcando el presente del diseño. Y para ligar el póquer añade: “Y en la salvaguarda de la maestría artesana está el renovado concepto de ‘lujo’, que tiene que ver con la incomparable calidad de lo hecho a mano, que es siempre único”. Como él.
Una conversación sobre el diseño con Tomás Alía
Desde tu ya larga experiencia, ¿cómo ves el momento actual del diseño?
Es vibrante; un momento absoluto de cambio. Muy reflexivo. El proceso creativo ha evolucionado hacia una práctica mucho más culta, que integra puntos de vista, saberes y metodologías de otras disciplinas en una mirada muy transversal. Los procesos de investigación, por ejemplo, eran antes mucho más superficiales y ahora, en cambio, la base de todo proyecto, sea del ámbito del que sea. Además, los creadores tenemos –y aceptamos– una responsabilidad ya no solo con los proyectos –los objetos o espacios a los que nos enfrentamos–, sino con la sociedad a la que van dirigidos, y esto ha abierto un diálogo sobre el papel del diseño dentro de ella diferente del que conocíamos hasta ahora, más rico, y, sobre todo, más amplio.
Desde hace unos años se está reconociendo la importancia que tiene la base de los proyectos, digamos, teórica y se está profundizando en ella…
¡Claro! Si, antes, el overdrive decorativo era habitual en el diseño, en general, y la gente diseñaba muchas veces influida por las redes –Pinterest, Instagram… todo tan estético como muchas veces vacío, sin nada que ver con lo cultural–, ahora el proceso creativo es más riguroso y profundo; hoy es imprescindible realizar una investigación exhaustiva del contexto en torno al proyecto, su identidad y singularidad. Te contesto desde Nápoles, donde se celebra Edit Napoli, una feria de diseño muy innovadora centrada en el talento creativo de la gente joven; sobre todo, en lo referido a los procesos de investigación y experimentación que tienen que ver con la materia prima, la sostenibilidad, la artesanía como valor añadido…
“EL MOMENTO ACTUAL DEL DISEÑO ES VIBRANTE; DE CAMBIO. MUY REFLEXIVO. EL PROCESO CREATIVO SE DIRIGE HACIA UNA PRÁCTICA MÁS CULTA”
Y ya que mencionas la artesanía, como experto que eres en su papel, su legado y sus posibles desarrollos futuros, ¿cuál es el calado hoy, para un sector como el español?
La gente confunde a menudo manualidades con artesanía, artesanía con maestría y maestría con excelencia, y son cosas muy diferentes. En España la artesanía estaba desgraciadamente muy denostada y no había consciencia de su valor, como sí ha pasado en el mundo anglosajón. Del peso que tiene en la identidad de una cultura. Es una seña de identidad esencial del país.
¿Y el vínculo entre la artesanía y el diseño? ¿Es una coincidencia que llevásemos unos años reivindicando y recuperando nuestra artesanía antes del actual ‘boom’ del diseño español?
En absoluto. El corazón de la tradición del diseño español es el emprendimiento de mujeres y hombres en sus talleres artesanos desde la Edad Media en adelante. En torno a esos talleres se generaron no solo los gremios profesionales, sino también comunidades más amplias que desarrollaron identidades, formas de pensar y modus vivendi que, después de evolucionar a lo largo de los siglos, darían lugar al germen del diseño español. No olvidemos que una gran parte de nuestras compañías históricas tienen un origen vinculado a la artesanía. Artesanía y diseño son inseparables.
En tanto que son dos profundas expresiones creativas de nuestra idiosincrasia, sí. Y, en cambio, todavía bastante alejadas del gran público…
En nuestro país hay falta de consideración por el diseño, un mundo profesional que todavía necesita mucha pedagogía. Comparemos nuestro sector con el de la cocina, por ejemplo: en 2009, si no recuerdo mal, se fundó en Donostia el Basque Culinary Center, una universidad de vanguardia que ha llevado a nuestra gastronomía al reconocimiento internacional en estos años. En España hay buenas escuelas de diseño, sí, pero no están conectadas con la vanguardia internacional, y esto es absolutamente esencial. Hay que elevar la formación, la única forma de elevar la profesión. Ahora, tan importante como esto es ser capaces de comprender profundamente nuestra identidad para poder tender esos lazos internacionales desde la singularidad y la personalidad.
Las principales bazas de cualquier propuesta... ¿Cuál dirías que es la mayor fortaleza del diseño español?
La gran fortaleza es nuestro poderío cultural: somos un país diverso con un bagaje histórico casi incomparable. El de los legados de las tres culturas que convivieron en nuestro país, pero también importantísimo nuestro vínculo con Iberoamérica, una riqueza que, por cierto, está fatal contada (y no tan aprovechada como sería posible). Pero debemos ser capaces de armar y mantener un discurso elevado, riguroso y personal en el ámbito internacional, como el italiano o el nórdico. Y en esas estamos.
“LA GRAN FORTALEZA DEL DISEÑO ESPAÑOL ES NUESTRO PODERÍO CULTURAL: SOMOS UN PAÍS DIVERSO CON UN BAGAJE HISTÓRICO CASI INCOMPARABLE”