Pasear en bici entre viñedos. Hacer un picnic y tomarnos una copa de vino blanco bien fría al sol. Ir a una cata a ciegas, terminar en un spa y ver cómo atardece sobre un edificio diseñado por Frank O.Gehry antes de vivir una deliciosa cena en medio del oasis.

Hace años que las bodegas dejaron de ser un sitio de paso para convertirse en destino absoluto. No nos extraña: la explosión sensorial, gastronómica y visual que proponen atrae como un imán. Y es que el mundo del vino tiene mucho más que ofrecernos de lo que hasta hace poco podíamos imaginar: el diseño, la arquitectura o la decoración de interiores se han fusionado con él para ofrecernos una experiencia única.

Pero las bodegas ya no son la típica casita de pueblo con hectáreas de viñedo a sus espaldas: hace tiempo que estos proyectos han dado un giro de guión deleitándonos no solo con deliciosas estructuras mimetizadas en el entorno, sino también con interiores de diseño subterráneos que abogan por una mejor conservación de sus vinos. Espacios multidisciplinares, algunos ubicados en la nada, otros junto a grandes ciudades o escondidos en los sótanos de antiguas viviendas. Una cosa está clara: el nuevo enoturismo (uno más consciente, pero también más sensorial y -por qué no- estético) ha venido para quedarse. Por eso hoy te traemos 5 bodegas donde vino, diseño y naturaleza son uno.