Desde los pintorescos pueblos blancos de Andalucía hasta otros más al norte, como Cudillero o Getxo, el encalado ha sido una técnica de decoración omnipresente en la arquitectura española durante siglos. Ahora, esta antigua práctica vuelve a cobrar protagonismo debido a su acabado natural y texturizado y a sus propiedades sostenibles y ecológicas. Su aplicación en las paredes confiere una elegancia rústica y atemporal que se adapta fácilmente a diferentes estilos de decoración. Pero antes de mostrarte algunos ejemplos actuales, hablemos de qué es exactamente el encalado y qué lo hace tan especial.
¿Qué es el Encalado?
El encalado es una técnica de revestimiento que implica la aplicación de una mezcla de cal y agua para las superficies o paredes exteriores e interiores de los edificios. Esta mezcla se compone principalmente de cal apagada y agua, pero a veces se le añaden otros ingredientes como arena u otros pigmentos naturales para obtener diferentes tonalidades.
El encalado tiene profundas raíces en la arquitectura europea más mediterránea y, por ende, en la española. Durante siglos, ha sido una práctica común en toda la península, especialmente en regiones con climas cálidos y soleados. Los pueblos blancos de Andalucía son ejemplos icónicos de esta técnica, donde las casas encaladas reflejan la luz del sol y ayudan a mantener el interior fresco durante los calurosos veranos españoles.
Sin embargo, en el norte del país, también tenemos ejemplos de su uso en casas de Asturias, Galicia o País Vasco, especialmente en zonas costeras. El motivo, es que además de usarse como aislante para el calor, también tiene el mismo efecto con la lluvia, la humedad o la salinidad.
Ventajas del encalado
Una de las principales ventajas del encalado es su capacidad para reflejar la luz solar, lo que ayuda a mantener las estructuras frescas en climas cálidos. Además, la cal tiene propiedades antimicrobianas y es resistente al moho, lo que la convierte en una opción ideal para áreas húmedas. También es altamente permeable al vapor de agua, lo que permite que las estructuras respiren, evitando la acumulación de humedad en el interior de los edificios. Tampoco debemos olvidar de que estamos ante un producto natural y por tanto más ecológico.
Pero el encalado no solo es práctico, sino que también ofrece cualidades estéticas únicas. Su apariencia blanca y uniforme crea un telón de fondo perfecto para resaltar la arquitectura y los detalles de cualquier superficie. Además, puede adaptarse fácilmente a diferentes estilos decorativos, desde el más clásico hasta el minimalista.
Dónde usar el encalado
El encalado se utiliza en una variedad de aplicaciones, desde fachadas de edificios, paredes interiores y exteriores, techos e incluso muebles. El encalado es versátil y puede adaptarse a una amplia gama de estilos, incluyendo el escandinavo, el rústico o el industrial. Su apariencia limpia y fresca complementa perfectamente en cualquier cocina interior o exterior o incluso en baños, donde buscamos espacios que reflejen pulcritud.
Aplicación y mantenimiento
A pesar de su atractivo, aplicar el encalado es un proceso que requiere paciencia. A diferencia de las pinturas, que brindan una cobertura y un color consistentes, el lavado con cal puede ser impredecible, con variaciones en textura y tono. Lograr la estética deseada a menudo requiere varias capas. Además, la naturaleza alcalina del lavado de cal puede ser abrasivo para la piel y los ojos, lo que requiere el uso de equipo protector durante la aplicación.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que, si bien la cal se caracteriza por su longevidad y durabilidad, su mantenimiento puede plantear algunos inconvenientes. A diferencia de la pintura, que se puede retocar o pintar de nuevo fácilmente, la cal necesita una aplicación periódica para mantener su vitalidad y sus propiedades protectoras. Además, la limpieza de paredes encaladas requiere técnicas y detergentes suaves para evitar dañar el delicado acabado.