Aunque me cueste reconocerlo, con el tiempo y cuando se van cumpliendo años (y sobre todo cuando se tienen hijos) una se sorprende a sí misma diciendo las mismas frases y expresiones que usaba mi madre, siguiendo sus consejos o replicando ciertos hábitos que ella misma hacía y que yo veía (sin hacerle mucho caso) cuando era más joven.
Recomendaciones, entre otras muchas que me dio y que a mis ya largos 40 años me sigue dando, que sobre todo pasan por tener el hogar en orden (primordial con dos niñas en casa), pero sin volverse una maniática de la limpieza o de la organización doméstica. Todo parte de tres sencillas reglas que si, como yo, haces cada día verás cómo te soluciona el caos que hasta hace poco se había adueñado de tu casa. Te desvelo los trucos de mi madre y que seguro te funcionan como a mí.
Olvídate de los por si acaso
¿Esto que quiere decir? Mi madre siempre dice que hay que tener en casa lo justo y necesario que uno vaya a usar o bien se vaya a poner (si nos referimos a prendas de ropa o calzado). No solo por una cuestión de salud económica o de responsabilidad en el consumo, sino que con solo lo necesario nos resultará mucho más sencillo tener todo bien ordenado y que nuestra casa o nuestros armarios no sean una auténtica batalla campal.
Así pues, es el momento de hacer una limpieza de todo lo que se tiene, debes dejar fuera lo que esté roto o deteriorado y no se pueda arreglar y no vayamos a usar; dona o regala la ropa que no te pongas más o que no valga (y que nunca te valdrá, sé realista) y cuando vayas a comprar, hazlo con cabeza y de forma más consciente.
La regla de los 10 minutos
Mi madre siempre dice que no vale la excusa de que no hay tiempo para mantener cierto orden en casa. ¿Tienes 10 minutos cada día? Seguro que sí. Pues ese tiempo es más que suficiente para cumplir de forma diaria con ciertos hábitos que no te costarán nada y que, a la larga, te resultarán de lo más satisfactorios. Hazme caso.
Estos 10 minutos son realmente valiosos y, en lo que duran, podrás dejar hecha la cama (algo casi obligatorio en casa de mis padres antes de salir de casa), recoger el baño tras la ducha de la mañana, fregar todo lo que has usado para desayunar (o la noche anterior recoger los platos de la cena y meterlos en el lavavajillas) e incluso dejar medio ordenado el salón guardando los juguetes de los peques.
Todos colaboran
La limpieza no entiende de género y aunque estos consejos siempre me los ha dado mi madre, desde pequeña he visto cómo mi padre era el encargado del aspirador, de comprar el pan, de fregar los platos... Vamos, lo lógico en un hogar que todos comparten; y sí, los niños también. Por eso, desde que son pequeños y ya pueden hacerlo, un recuerdo que tengo de mi madre y que sigo con mis hijas (en cada una de ellas acorde con su edad) es que colaboren para mantener cierto orden, sobre todo en sus habitaciones.
Así, los niños saben el lugar donde se deja la ropa sucia después del baño, cómo no manchar el lavabo tras lavarse los dientes, que las zapatillas tienen su hueco en el armario y no se quedan tiradas en mitad de la habitación o que los juguetes no pueden invadir toda la casa. Pequeños hábitos que harán un hogar mucho más feliz y que yo aprendí (y le agradezco por ello, aunque con 13 años renegaba) de mi madre.