Tiene casi 400 metros cuadrados – exactamente, 263 en el interior y 130 en el exterior-, forma parte de un edificio regio con más de 100 años de historia y está situado en el encantador y exclusivo barrio de Galvany de Barcelona. Pero, lo que realmente enamoró a los propietarios de este ático dúplex, fue el potencial de las terrazas que rodean casi cada estancia.
El piso se compró con la intención de ser reformado, ya que estaba muy compartimentado, no tenia casi luz y había demasiadas habitaciones y todas muy pequeñas. Claro estaba que necesitaban una intervención completa y el estudio de arquitectura e interiorismo Mengíbar Blanco fue la mejor ayuda.
“No necesitaban muchas habitaciones, de hecho, tan solo cuatro, algo que nos permitió ampliar al máximo las zonas comunes”, confiesan Ana Blanco y Fran Mengíbar, matrimonio de arquitectos que da nombre al estudio. Y siguen, “se tiraron tabiques, se suprimieron casi todos los pasillos y se hizo alguna intervención estructural para agrandar los espacios”.
Conseguir espacios luminosos era el objetivo principal, de ahí que se agrandaran las ventanas y se instalaran cristaleras. ¡Todo un éxito! Pero más allá de la luz natural, querían, sobre todo, una buena iluminación artificial. “Para ello escogimos luces cálidas y en puntos concretos, de manera que el espacio resulte acogedor y agradable”, explican desde el estudio.
La vivienda está distribuida en dos plantas. En la primera se encuentra un luminoso salón, un comedor que da pie a una gran terraza, una amplia cocina, un despacho lleno de librerías y una suite principal con acceso a otra terraza. En la segunda planta, encontramos una sala de estar dedicada a la pasión compartida de los propietarios, el cine; y es que cuenta con una gran estantería hecha a medida donde atesoran su colección personal de películas. Este piso también cuenta con dos dormitorios, un baño, un despacho y, como no, otra gran terraza, que a su vez cuenta con una cocina independiente, un aseo y un pequeño trastero. Como guinda del pastel, se construyó una pequeña piscina y una ducha exterior. Además, tiene su propio acceso directo desde la calle.
Siguiendo con el sello que ya caracteriza al joven estudio, se respetó al máximo la arquitectura original de la finca, conservando la escalera interior de madera, la chimenea y algunas molduras antiguas. A nivel decorativo, estos elementos confieren a toda la vivienda un estilo clásico, elegante y fresco a partes iguales, y que no carece de las comodidades propias de una casa moderna.