Una joven pareja en busca de un refugio en el corazón de Bilbao dio con esta preciosa joya , una finca de bellas proporciones y con muy buena energía, a pesar de los inconvenientes de su obsoleta compartimentación y, como consecuencia de ella, oscuridad.
“Acudieron a nuestro estudio –habla Adriana Arranz Sobrini– porque les gustaba nuestro estilo. Así, que, teniendo siempre en cuenta sus preferencias estéticas, proyectamos una vivienda temporal y elegante, sin renunciar al color y logrando la calidez con el uso de texturas”. Y es que, nos cuenta Cristina Chaves Galán, “partíamos de un lienzo en blanco. Decidimos respetar la estructura de la vivienda para adecuarla a sus necesidades y sacarle el máximo”.
De aquí que al afrontar el proyecto de reforma, y teniendo en cuenta que la casa es de planta cuadrada, lo primero que plantearan fuera solucionar la zona central de la casa, que era muy oscura. Así que se decantaron por instalar allí el salón familiar, que se alimenta de la luz que proviene de diferentes espacios y que puede independizarse con grandes puertas correderas. Y como a los propietarios les interesaba mucho tener suficiente almacenamiento, diseñaron un frente con chimenea y librería a ambos lados y, a continuación, otro oculto intercalado con alacenas vistas para guardar la vajilla y la cristalería. Arquitectura, diseño y funcionalidad en armonía y en perfecto diálogo.
Otra de las estancias clave fue la cocina. “Era una zona muy oscura, por ello propusimos un cerramiento acristalado que la dotara de la luz natural proveniente de las diferentes orientaciones, de manera que disfruta de ella todo el día”, aseguran Adriana y Cristina.
Con todo, el uso de textiles coloristas o con textura, los suelos de madera, las cornisas y los detalles de techo y paredes se ha diseñado un hogar de espacios flexibles unidos por cerramientos, que permiten su comunicación, pero también el disfrute de luz natural.
Así que... Misión cumplida: esta vivienda respira hoy familiaridad y una sensación de confort absoluto, y disfruta un potente caudal lumínico, que la hace cálida y acogedora.