Con la ilusión que sólo proporciona la compra de una primera vivienda, los propietarios de ésta, ubicada en la ciudad de Valencia, se enfrentaron a su adquisición con el dilema de ver que no estaba en buen estado, lo que suponía que habría que actualizarla completamente para ajustarla a sus necesidades. Pudo más la ubicación, su amplia superficie, el hecho de que fuera una finca en esquina –que facilitaba la optimización de la impresionante luz natural del exterior– y el que estuviera en una finca de 1900: un compendio clave para que se decidieran a hacerse con ella.
“Fueron capaces de ver su alma y sus posibilidades”, asegura Sigfrido Serra, interiorista y autor del trabajo de reforma e interiorismo de la vivienda. A lo que añade que “trabajar en un edificio de esta época siempre es un reto, y un aprendizaje de vida. Realizamos una reforma integral, con rediseño y planificación de espacio, algo que nos llevó a desarrollar mejoras estructurales, estéticas y de eficiencia energética. También se integró tecnología y automatizaciones, respetando los cánones de sostenibilidad”.
Partimos de la creatividad y la innovación, proyectando el espacio idóneo para cada persona y creando, mediante el diseño, la elegancia y la armonía, ambientes que hacen que su vivencia sea toda una experiencia
Sigfrido Serra, interiorista
El interiorista, además, destaca tres elementos clave que han permitido la creación de este hogar tal y como lo conocemos: el pasillo, la funcionalidad y el color. “Desde el estudio decidimos darle protagonismo al pasillo, dejando que se apropiara del espacio y fuera el corazón de la casa: lo convertimos en el eje de unión que abraza y da servicio a toda la vivienda, es una pieza curva que recorre todos los espacios”, cuenta satisfecho.
Todo ello redunda en una atmósfera orgánica donde todo se comunica, dialoga y gana en practicidad. A ello se suma una estética agradable, de cuidada selección y diseño de mobiliario, además de una vibrante paleta cromática sólo posible gracias a que se ha tratado la vivienda como un lienzo en blanco que admite explosivas pero controladas pinceladas de color. “Es una casa alegre que respira optimismo y elegancia, clave en nuestros proyectos”, concluye Sigfrido.