“¿Cómo renovamos una granja de 700 m2 por 500 euros/m2?” Esa fue la pregunta que se hicieron los arquitectos de Collectif Encore a la hora de afrontar la rehabilitación integral de esta granja en ruinas en Labastide Villefranche, un pueblo pegado al País Vasco francés y a solo tres cuartos de hora en coche de Bayona. La respuesta fue directa y honesta: “haciendo lo menos posible y diseñando un 50 % de espacios exteriores”.
Para llevar a cabo la idea, cuentan que concibieron “un diseño bioclimático que crea diferentes microclimas por toda la casa” cuyo resultado ha sido un éxito. Hace algunos veranos, cuando en pleno mes de junio Francia registró una ola de calor de 40 °C, quienes visitaban la casa se preguntaban si había aire acondicionado para que estuviera tan fresca. “Esa es la magia de estos gruesos muros de piedra que no han sido aislados. Mantienen intacta la inercia y el frescor durante todo el verano”.
Desde fuera, con su arquitectura maciza y sin pretensiones, parecía un caserío cualquiera del País Vasco. “Cuando abrimos su puerta principal, esperábamos encontrarnos con el habitual espacio central oscuro y húmedo –que se conoce como ezkatz–”. Sin embargo, el tejado se había caído arrastrando consigo el piso superior. Los arquitectos decidieron no tocar nada.
De esta forma, al evitar tocar nada y dejar que sea la casa la que de alguna forma se invente a sí misma, los arquitectos cuentan que “han descubierto una vida cotidiana que no podríamos haber inventado nosotros”. Así, un cuarto de baño de 25 m2 ya no es un cuarto de baño, sino que se convierte en una biblioteca, un salón, una sala de juegos o cualquier otra cosa que uno quiera que sea.
Una casa sostenible que cambia con las estaciones
“Hourré –nombre de esta vivienda– personifica nuestro enfoque del espacio, el paisaje y el sentido de libertad. Además, subraya la prioridad que le damos a lo que ya existe”. Así se explica que decidieran mantener tal cual la abertura del tejado.
Además, han transformado las puertas en ventanas correderas que desaparecen cuando se abren. “A diferencia quienes pretenden recrear las puestas de sol en cada proyecto que hacen, nosotros creemos que con integrarlo en nuestro edificio es suficiente (y mucho más barato). Así, la casa cambia a lo largo de las horas, los días y las estaciones”.
En invierno, el sol calienta directamente los muros de piedra de 70 cm de grosor y una bomba de calor aire/agua calienta el suelo. “Los muros convierten entonces la casa en una estufa –apuntan los arquitectos. La inercia de los muros sin aislar permite que la casa respire plenamente, en silencio, ya que no hay sistema CMV (algunos hemos olvidado que el aire fluye de forma natural, sin motor ni electricidad).
Uno de los espacios más destacados es esta terraza orientada al sur. Se trata de un espacio protegido y de doble altura “que sirve de amortiguador entre el interior y el exterior”. En invierno, el sol calienta el espacio. En verano, el tejado sirve de protección, con la vegetación aportando mucho frescor.
La apertura del tejado abre el dormitorio de arriba a unas bonitas vistas de los Pirineos. Además, las plantas se riegan de forma natural.
Una increíble terraza y un espectacular baño exterior
Con paredes en tres lados, el baño al aire libre está aislado del viento y es “un auténtico captador de sol con su propio microclima”, cuentan los arquitectos. Aquí, uno puede ducharse durante todo el año.
Además, encima del granero, el antiguo pajar es ahora una terraza de 80 m2 desde la que la familia disfruta de las puestas de sol. Un aspecto importante son las rampas de madera que hay en la casa. Uno de los miembros de la familia va en silla de ruedas y, en lugar de instalar un ascensor, se prefirió una solución más económica, pero también operativa.
Espacios que sirven para varias cosas en una casa feliz
“Siempre creamos espacios que saben hacer varias cosas”, apuntan los arquitectos. En la cocina, por ejemplo, la escalera es estantería y espacio de almacenaje, pero también un lugar para sentarse a charlar con quien esté cocinando. La red también sirve para varias cosas. Puede ser, por ejemplo, una sala de juegos, un sofá para leer o ver pasar las nubes, y, por qué no, una enorme cama para los invitados después de una fiesta.
Como dicen los arquitectos, “una casa viva es una casa feliz”. Esa vida se consigue aquí, dejando que sean sus habitantes (humanos, pero también la naturaleza) las que definan y reinventen el espacio. “Así es como la arquitectura consigue que la vida sea más bella que la propia arquitectura”.
Para quien tenga ganas de conocer a fondo la casa, en Apple TV se puede ver un documental de algo más de media hora de duración.