El buen gusto por el diseño italiano que muestra esta vivienda, nos da idea de la procedencia de su propietario, apasionado también del modernismo catalán. Encontró este piso de 80 metros cuadrados en una de las ubicaciones con más encanto de Barcelona, la calle Séneca, en el mismo centro de la ciudad, pero donde se respira una paz peatonal y un ambiente artístico envidiable.
Nada más entrar, salta a la vista los diferentes elementos típicos de la arquitectura modernista, como los techos de volta catalana, con cornisas y rosetones, el pavimento hidráulico y la carpintería de roble natural que la interiorista María Ódena ha sabido combinar sabiamente con otros más actuales, como el microcemento. El resultado es muy acogedor, ensalzando el valor y la belleza de la arquitectura de la época.
El piso se distribuye claramente en dos zonas, la de día y la de noche, separadas por el recibidor y el pasillo. La de día acoge la cocina abierta al salón y separada parcialmente está la zona del comedor/despacho en una antigua galería con un gran ventanal de madera de roble natural. Ahí mismo, y tras una puerta casi invisible, se sitúa el aseo de cortesía.
La zona de noche la componen la suite, con vistas a la calle Séneca, y un baño completo en microcemento, además de una habitación individual. La convivencia de elementos de diferentes épocas, encuentran en la base neutra elegida para el interiorismo, el marco perfecto para resaltar de forma individual y llenar de encanto la parcela que protagonizan en el piso.
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