Este viejo y destartalado establo de una masía de Manresa (Barcelona) se ha transformado en una encantadora casa de campo, gracias a la magia del estudio de interiorismo Júlia Brunet. En este caso, la varita mágica se ha sustituido por el cuidado de los detalles, con el fin de garantizar que el espacio no solo fuera funcional, sino también estéticamente agradable y armonioso con el entorno natural.
Dado que prácticamente se tuvo que empezar desde cero, dado el estado del establo, se trata de un proyecto desafiante y apasionante a partes iguales. "Transformar estas antiguas cuadras en una vivienda ha sido todo un reto y nos ha obligado a exprimir nuestra creatividad y a buscar soluciones innovadoras, para maximizar la funcionalidad y la estética de cada rincón”, señala Mireia Torruella, interiorista y fundadora de Júlia Brunet.
Huellas del pasado
Los muros de piedra son prácticamente el único testigo del pasado que ha permanecido intocable, si bien el interiorismo está lleno de guiños a su esencia rural. Además, la distribución del espacio ha estado condicionada por los elementos estructurales. Por un lado, por las paredes maestras existentes, las cuales no se podían modificar y, por otro, por las pequeñas ventanas que proporcionaban una iluminación limitada.